Escucho los primeros acordes de “Este es el fin” de la agrupación The Doors y efectivamente al mirar “Apocalypse now” (1979) me sumerjo en el término de la existencia, el final de la conciencia y la cordura.
Es la erradicación de los demonios internos, el límite de la mente humana, el último peldaño de locura y el horror en una sola película.
Es el final del río para poder terminar la misión encomendada por los poderes fácticos del ejército para eliminar todo vestigio de los altos mandos de sus tropas perdidas, quienes han perdido la cordura y se creen dioses en medio del infierno de Vietnam.
Algunas palabras resumen a fuego este clásico bélico: denigración humana, locura, falsedad, hipocresía, muerte lenta y mentiras: “No hay algo que odie más que la epidemia o peste de las mentiras”, sentencia el coronel Walter Kurtz (Marlon Brando).
Pesadilla
Para Francis Ford Coppola, productor y director del filme, fue una pesadilla filmar en las Islas Filipinas; él tuvo que sortear muchas dificultades económicas que lo tuvieron cerca de la ruina, sin embargo, sacó adelante esta odisea en la jungla.
Coppola no sólo reinventó el clásico de la literatura “El corazón de las tinieblas”, involucró al público en el proceso de deshumanización que sufren los soldados durante los conflictos bélicos.
Misión
Arranca la cinta y el capitán Benjamin Willard (Martin Sheen), espera con ansias una misión que llega como pedido a su habitación en un hotel de Saigón.
Él sabe que la guerra destruyó su vida, su familia y esperanzas en el futuro, sin embargo, lo único válido para su existencia es el conflicto asiático como medio de escape para su muerte espiritual.
Cuando Wilard estaba en la jungla extrañaba el calor de hogar y su familia, y al estar en casa requería urgente una misión para retornar a Vietnam; algo complejo de entender para quienes no han experimentado los horrores de la guerra y sus devastadoras secuelas.
Alma torturada
La cinta tiene un elenco de lujo liderado por Marlon Brando, quien realiza una interpretación breve, pero sólida y efectiva; la locura y el vacío lo han invadido, su alma está torturada.
Su calvicie es un acierto que simboliza que no hay nada más para él y nada más que entregar; el mundo que conocía y los suyos ya no existen, sólo queda el terror y los pecados de guerra.
En esta oscuridad Brando nos regala una escena de antología, cuando lee poesía y el reportero gráfico, Dennis Hopper, le explica a Willard que lo que balbucea el coronel era dialéctica.
Kurtz lo trata de mixto y agrega que es “Un perro callejero”, acto seguido arroja un libro que casi le vuela la cabeza a Hopper.
“Redux”
Para los fanáticos de la cinta les recomiendo la versión “Redux” que agrega cuatro largas secuencias con la versión definitiva de Coppola; contiene interesantes matices que potencian a los personajes de Willard y Kurtz.
Las secuencias añadidas en “Redux” no están adrede, ellas permiten la comprensión de pasajes que anteriormente estaban ocultos; el director las recupera con naturalidad, ofreciendo instantes épicos, brutales y muy divertidos.
Por Andrés Forcelledo Parada.-