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Aquaman: DC retoma el buen rumbo

COLUMNA DE OPINIÓN

La nueva entrega heroica de Warner Bros. entrega esperanzas respecto al proyecto cinematográfico de DC Comics, con una refrescante película de orígenes que apuesta todas sus fichas por una historia transversal y una estética que supera lo anteriormente visto en el cine de superhéroes.

Por Fabián Pino Villagra

No hay dudas de que “Aquaman” es para DC Comics y Warner Bros. la carta fundamental para sacara flote su proyecto cinematográfico. La casa de Batman y Superman, en un afán por hacerle frente a su competencia en la frenética carrera de los súperhéroes, ha apurado demasiado sus proyectos anteriores, dejando de lado aspectos narrativos fundamentales para el funcionamiento de un universo cinematográfico coherente.

La cinta “Aquaman” se aleja de la oscuridad que constantemente estigmatiza, para bien o para mal, al universo de DC, mostrando la luz, las bellezas y los peligros del fondo marino desde una óptica diferente. La nueva entrega de DC escapa de la versión Arthur Curry (Aquaman) presentada en Liga de la Justicia –sin negar su existencia-, cambiándolo de traje y de actitud, en un intento por entregar un personaje más humano. Más como un héroe.

No hay dudas de que “Aquaman” es para DC Comics y Warner Bros. la carta fundamental para sacar a flote su proyecto cinematográfico. La casa de Batman y Superman, en un afán por hacerle frente a su competencia en la carrera de los superhéroes, apuró demasiado sus proyectos, dejando de lado aspectos narrativos fundamentales para el funcionamiento de un universo cinematográfico coherente.

Momoa interpreta un Aquaman diferente, con una actitud que se aleja un poco de los cómics, pero que funciona bien dentro de la película.

Con elementos novedosos, que le otorgan una identidad única y diferenciadora al resto de las películas del género, Warner apostó con todo en “Aquaman”. La cinta ofrece un vistazo entretenido al mundo submarino, haciéndolo suyo a cada momento y sorprendiendo al espectador con llamativas locaciones, cargadas de colores y criaturas provenientes de diferentes mitologías. En definitiva, una estética que resalta lo mejor del héroe creado en 1941 por Mort Weisinger y Paul Norris.

Sin embargo, la película no es perfecta. Sus dos horas veinte de duración se sienten demasiado largas para una cinta estilo “orígenes”. La dirección contempló escenas que no aportan a la construcción de los personajes y de la misma trama, las que terminan en un desgaste que afecta el disfrute de las extensas escenas de acción, que no son pocas.

El conflicto principal de la trama gira en torno a la disputa política por el trono de Atlantis. Orm y Arthur se enfrentan y el resultado es uno de los puntos altos de la película.

El director James Wan (El Conjuro) se luce en la dirección. Hay una escena en particular, donde queda en evidencia su experiencia en el cine de terror. Pese a eso,  en un esfuerzo de hacer una película épica, comete el  error de generar tedio con escenas musicales, de banda sonora y soundtrack, que inflan la duración de la película innecesariamente.

Así, Wan presenta una cinta refrescante, llena de acción, guiños a los cómics, increíbles villanos y una historia que sorprende por su simpleza, pero consistencia al mismo tiempo. La película protagonizada por Jason Momoa (Game Of Thrones), es la prueba de que el Universo Extendido de DC (DCEU) tiene las capacidades para ponerse en el rumbo correcto antes de que sea demasiado tarde.

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