De norte a sur nuestro territorio lo recorren dos grandes cordones montañosos, los mismos que de vez en cuando se abrazan para formar valles, para algunos es una postal que nos ayuda a orientarnos, sea de la Costa o la de Los Andes, aparece majestuosa e imponente, y como bien patrimonial debería ser al igual que el mar, de todos los chilenos. Para Italo, un montañista de Santiago, cree que estas zonas no sólo necesitan protección, sino que deberían ser de uso público.
Sin darnos cuenta, nuestra geología nos define cultural, social y psicológicamente, somos un país lleno de montañas, y junto a eso, muchos ríos, cerros, volcanes, lagos y glaciares, pero no tenemos relación estrecha con la cordillera, como país no tenemos cultura de montaña, algo inusual para una geografía en donde el 63,8% de su composición corresponde a zonas montañosas, producto de esto no la miramos mucho como debería ser, le damos la espalda ¿Cuántos chilenos saben identificar el nombre de las cumbres que lo rodean? Enumere las que puede ver de su ventana. No es política de Estado, ni educacional y para qué decir deportiva, teniendo nieve, ni siquiera los niños de San José de Maipo, Los Andes, Villarrica o Chillán saben esquiar, o incluso subir una montaña.
El equilibrio de cada ecosistema es muy frágil, por un lado, están estresados por el cambio climático, y por otro, nuestra acción directa los ha destruído, y en ese contexto se transforma en una obligación implementar normas para su protección. Italo reconoce que hay varios proyectos en torno al cuidado, protección y de acceso libre de las montañas en el mundo, pero para el caso chileno, estos mismos acá son inconstitucionales porque atentan con el derecho privado.
Es por eso que contar con una nueva constitución, que pueda priorizar los elementos y espacios que conforman nuestro entorno ambiental, puede no sólo sensibilizar el reconocimiento de nuestra cordillera, sino que abrir espacios para promover su protección y un desarrollo económico sustentable, incentivando su uso y disfrute de modo responsable e inclusivo, asegurando su libre acceso.
Italo reconoce que cada vez el acceso es más complejo, por un lado existe la presión del negocio inmobiliario en sectores ecológicos que debieran estar protegiéndose del loteo irregular entre Lo Barnechea, Vitacura y Colina, mientras en otros lugares como en el Cajón del Maipo, empresas como Alto Maipo y otros particulares dificultan el acceso y el disfrute de forma libre para llegar a lugares como el Glaciar El Morado, el Valle del Río Colina o a la cumbre del Volcán San José, e incluso por la misma zona, para ir de excursión al Volcán Maipo, sitio donde hay que pedir un permiso con 2 meses de anticipación a sus dueños, la empresa Gasco. Si, nombre conocido, la misma persona que negaron el acceso a unas mujeres a la ribera del Lago Ranco en el sur. Al final, los mismos de siempre no sólo quieren el agua y las cumbres ¡Lo quieren todo!