Las medidas de contención del Covid-19 derivaron en la salida del ministro Mañalich. Esto y cosas como la «nueva normalidad» son comentadas por dos expertos en comunicación.
Por Martín Cea & Luka Hernandez
Era el martes 3 de marzo de 2020, cuando el entonces ministro de Salud, Jaime Mañalich, confirmó el primer caso de Covid-19 en nuestro país. El primer paciente era un médico de la Región del Maule. Desde ese momento, el secretario de Estado quedó como principal vocero de la emergencia, algo que ya desataba suspicacias en la ciudadanía por el bajo apoyo que tenía su gestión al mando del Minsal y por su polémico rol durante el estallido social.
Con el tiempo, el ministro tomó un discurso cerrado. No aceptaba preguntas que pusieran en duda su actuar; sus respuestas eran duras, desafiantes y hasta con un tono patronal hacia la prensa. Ya en su recta final trató de corregir su déficit comunicacional. Pero era tarde, su figura no tenía credibilidad. El ministro Mañalich se había convertido en el interlocutor menos confiable a la hora de tratar la crisis por la pandemia.
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El comienzo
Durante los primeros días de la crisis por el Covid-19, el Gobierno utilizó un lenguaje de mesura y tranquilidad, instando una supuesta narrativa de que Chile estaba preparado para abordar la crisis y que el país resistiría mejor que otras naciones que eran abatidas por la pandemia, narrativa que se fue cayendo a los pocos días, tal como lo explicó a este medio de comunicación el académico del Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile, Cristian Cabalin.
“Hubo problemas con los voceros del gobierno, los voceros eran confusos, no lograban responder las preguntas de la prensa. Toda la estrategia comunicacional ha sido bien deficiente, los mensajes no se distribuyeron a público objetivo específico, no se instaló una narrativa general sobre la lucha contra el virus”, comentó el experto en comunicación política.
Esto es algo que quedó en evidencia con las desafortunadas declaraciones del ministro Mañalich el 21 de marzo en una entrevista de 24 Horas, cuando lanzó las siguientes frases: “¿Qué pasa si este virus muta hacia una forma más benigna? ¿Qué pasa si muta y se pone buena persona?”. El entonces jefe de cartera recibió varias críticas por dicha declaración, y la frase tuvo amplia difusión en la prensa internacional.
El triunfalismo de abril
Durante este mes, el Ejecutivo cayó en un discurso triunfalista y cargado de metáforas sobre el éxito del manejo de la pandemia respecto a los datos que se manejaban en las primeras semanas de abril. Transmitieron un discurso esperanzador hacia la población, dijo Cabalin.
“Inicialmente todo partió con la frase del ‘retorno seguro’, que implicó que existía un cierto control de la pandemia y que las personas podían volver a sus actividades cotidianas, cuando en rigor estaba recién comenzando la crisis en el país y eso atentó justamente con el resto de las medias de precaución que se estaban diseñando”, sostuvo el académico.
Ejemplo de aquello fueron las declaraciones realizadas a la prensa el lunes 20 de abril por la subsecretaria de Salud Pública, Paula Daza, quien afirmó venía en camino “una nueva normalidad”.
«Esta nueva normalidad requiere de muchas medidas de parte de la autoridad, pero también de una responsabilidad individual de cada uno de nosotros ¿Qué significa esto? ¿Me puedo juntar con un grupo de amigos a tomar un café? Probablemente sí, con unos pocos amigos, con cuatro amigos, con distanciamiento social, con mascarillas, con lavado de manos y manteniendo esas medidas de cuidado personal y sobre todo de prevención», sostuvo Daza en el reporte diario del lunes 20.
Por su parte, el ministro de Economía, Lucas Palacios, al anunciar la apertura de centros comerciales puso uno de los pilares del Plan Retorno Seguro; esto con la ambición de reactivar la economía del país. Sin embargo, los al menos 160 malls que abrirían sus puertas nunca llegaron a hacerlo. El Plan Retorno Seguro chocaba con las medidas de seguridad para el control del coronavirus y ponía sobre la mesa otros intereses, haciendo caso omiso al distanciamiento social.
En ese contexto, el doctor en comunicación de la Universitat Pompeu Fabra y académico de la Universidad Central de Chile, Pablo Andrada, indicó que “el discurso que mostraba el Gobierno era que ‘estamos en un momento difícil, vamos a tratar de ver la luz. A la vez, hay que tratar de reactivar la economía’. Estamos en una cosa media esquizofrénica que no sabemos si se quiere reactivar la economía o cumplir las cuarentenas. No existe una estrategia clara que nos diga ‘aguantemos dos semanas en cuarentena y vamos a ver las mejoras’. Esa era la apuesta que realizó el Gobierno cuando decretó las cuarentenas parciales. Ante los malos resultados la abandonó y hoy es ‘rezar’ para que esto pase».
El efecto de estas medidas en la población fueron de cierto relajo ante las precauciones sanitarias y de las cuarentenas parciales impuestas por las autoridades.
Mayo: Fracaso, Flashback y Redención
El relajo en el discurso de las autoridades trajo graves consecuencias a la población y a la contención de la pandemia, principalmente en la Región Metropolitana, luego que para la segunda semana de mayo los contagiados ascendieron a 29.276 casos solo en Santiago y a 39.542 a nivel nacional. Quedó demostrado el fracaso de la supuesta “Nueva normalidad”; la narrativa del gobierno.
“No hay un estudio todavía que diga aquello, que hay una correlación entre los mensajes del gobierno y el aumento de los casos. Pero es altamente probable que, si una investigación busca probar esa hipótesis, encuentre esa respuesta, porque hay ciertas señales en números de contagios y desplazamientos, después que el gobierno emitiera el mensaje de “Nueva normalidad”, “Retorno seguro” y cierto control de la pandemia. Por lo tanto, habría una relación -no comprobada aún- entre esos mensajes hacia la población y el comportamiento de las personas que descuidaron las medidas de protección en contra del Covid-19”, aseguró Cristian Cabalin.
Este fracaso obligó al Gobierno a decretar cuarentena en el Gran Santiago para hacer frente al esparcimiento del virus y al colapso de los hospitales de la RM. Medida que no ha causado efectos positivos, debido a factores socioeconómicos; gran parte de la población no ha cumplido con la cuarentena por falta de recursos, por la problemática habitacional y también por el hacinamiento que sufren.
Lo anterior llevó a la explosión en El Bosque el día 22 de mayo. Los vecinos salieron a las calles a protestar ante la falta de alimentos, reclamando, además, por la ayuda del Gobierno. «Los pobres ya no le tenemos miedo al virus, le tenemos miedo al hambre, por eso estamos protestando», dice una vecina a un móvil del matinal de CHV. «Tengo que trabajar en la calle exponiéndose al coronavirus, pero si no trabajo, cómo lo puedo hacer para comer», dice otra mujer en otro canal de televisión.
Y volvemos a octubre. La gente salió de sus casas para dar a conocer sus situaciones: cesantía, falta de insumos, promesas que no llegaban. Como pudieron, se organizaron ollas comunes. La situación no dio para más y derivó en manifestaciones callejeras, a lo que el Estado respondió con las fuerzas policiales. Asediados por la cesantía y gases lacrimógenos, los vecinos volvían a un «18 de octubre pandémico».
Cuatros días más tarde, una mesa de expertos en salud envían una carta al gobierno para sugerir un cambio en la estrategia comunicacional que estaba llevando este mismo:
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Junio: Ocaso de Mañalich, estrategia de Paris.
Junio empezó con 105.159 contagios a nivel país y con más de 1.100 fallecidos por causa del virus, y con diferentes voces que piden la salida del ministro Jaime Mañalich por su evidente fracaso en la contención de la pandemia. Además, se empezó a sospechar sobre la real cifra de contagios y fallecidos por Covid-19 en el país, lo que finalmente destapó un reportaje de Ciper el sábado 13, el que indicó que el MINSAL reportaba a la OMS un mayor número de fallecidos que la informada en Chile. Esto significó, horas después, la salida de Mañalich del Ministerio de Salud y a un dialogante Enrique Paris en su reemplazo.
Este cambio trajo una nueva estrategia comunicacional de parte del nuevo ministro, sostuvo el académico Pablo Andrada. “Paris marca un cambio en cuanto a la forma, pero no al fondo de la estrategia comunicacional, en el sentido que Paris reconcilia la relación entre los grupos que estaban pidiendo ser escuchados por la autoridad. Por lo menos descomprime la tensión entre el Ministerio y Mesa Social Covid-19, que existía durante la gestión de Jaime Mañalich debido al desprestigio que producía el ahora ex ministro”, dijo.
El cambio en el lenguaje comunicacional de Paris, resaltó el académico Cristian Cabalin, se muestra como una persona más abierta a valorar el trabajo de la prensa y eso -a su juicio- es importante para que exista mayor transparencia. Así las personas podrán confiar en las medidas de precaución y las decisiones que tome el Gobierno, dijo. Finalmente, el experto planteó que sería bueno que «el ministro Paris tomara en cuenta las recomendaciones que sugiere tanto el Colegio Médico como los diferentes grupos de estudios en materia comunicacional».