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De los libros a la fabricación de magia: la historia de Cristian Ardiles

Sus principales referentes son los famosos ilusionistas Doug Henning, David Copperfield, Paul Osborne y Tommy Wonder.

SANTIAGO.- Nació en Arica, en 1978. Ahora, con 18 años de experiencia en el mundo de la magia, Cristian Ardiles cuenta algunos pasajes de su vida, como sus inicios en este arte, los conocimientos adquiridos con el paso del tiempo y los proyectos futuros.

Llegó a la capital con su madre y seis hermanos en plena dictadura militar, cuando tenía 7 años. Su interés por conseguir cosas extraordinarias inició viendo la tele. De pequeño siempre miraba a los magos en los programas de espectáculos y concursos. “Era habitual ver un mago en esos programas”, recuerda. A las 12 del día prendía el televisor y veía a Pepe Carroll y Juan Tamariz en el Sábado Gigante. “En la tele comenzó el gustillo”, asegura.

Su primer obstáculo fue el escaso material de esta corriente en el Chile de los ’80, pero con sólo 10 años se las ingenió para superarlo. “Antes era súper difícil encontrar magia y más aún alguien que te enseñara; empecé a practicar unas cosas por mi cuenta”, sostiene, confirmando que es una persona muy autodidacta.

Recorría bibliotecas para incrementar su conocimiento. Gracias a uno que otro libro pudo adentrarse paulatinamente en la psicología detrás de la magia. Era un muchachito, un joven de 18 años que abriría las puertas a un periodo muy especial de su vida tras el nacimiento de su hijo.

“Imagínate un papá joven… no tenía buenas pegas, no terminé de estudiar, no pude entrar a la universidad por mantener a mi hijo. Como tenía pocas lucas, me las ingenie para fabricar mis propios juegos de magia; comencé a investigar los diferentes métodos y sistemas. Se fue dando todo hasta que llegue a un nivel en conocimiento”, comentó.

Un día le pidieron hacer un show de magia en el jardín infantil que asistía su hijo. “Las tías cachaban que yo hacía magia, entonces, les dije que sí. Haría un show a todos los niños del jardín, ese habrá sido mi primer show de magia”, dijo, recordando que tenía 23 cuando ocurrió.

Eso le quedó gustando, asegura, porque disfrutó cada segundo de “ver a los niños de 3 años vueltos locos por lo que hice”. Ahí fue cuando se decidió. Ahí dijo: quiero ser un mago.

Al tiempo abrió una tienda de magia, pero partió en la cola de una feria cercana a su hogar y en mercados persas. “De los 14 años que tiene mi tienda, estuve 7 años siendo ambulante y 7 establecido”, recordó mientras conversábamos.

La magia como vida

Para Cristian Ardiles la magia es un estilo de vida. Se dio cuenta que ésta unía todo lo que disfrutaba. “Cuando tú ves mi magia, lo que yo hago, tiene que ver con las cosas que aprendí, mis guiones están inspirados en los cómics que yo mismo dibujaba. Siempre he estado en una búsqueda eterna de qué hacer, en ese camino surgió la magia, que engloba todas las cosas que me gustan: hay que hablar, hay que leer, hay que investigar. Con la magia he pintado, creado historias. He creado cosas bacanas”, manifestó.

Sus rutinas están llenas de vivencias personales y las transmite usando el asombro y misticismo. “Tengo un espectáculo en el que solo uso papel para mis efectos, otro con comida y otro con cuerdas”, afirmó.

Su principal objetivo, dice, es comunicar algo al espectador. “Lo del papel surge por el reciclaje, la comida porque me fascina cocinar; las cuerdas por un tío, que era marino y sabia todo lo que era nudos. En todo lo que yo presento está mi vida”, añadió.

Por estos días el mago Ardiles trabaja en un libro, una enciclopedia que recopila, en total, 420 juegos de magia, “es dibujado y escrito a mano, 100 por ciento, que hace referencia directa a mis notas personales, en él se explica magia con objetos diversos, magia que puedes fabricarla en tu propia casa. Algunos colegas me han comentado que podría llegar a ser la enciclopedia de magia más completa de Chile, hasta de América”, sentenció.

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