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Director de “Tengo Miedo Torero”: Hoy el cine chileno reivindica más a las minorías sexuales

Realizador dijo que esto es posible gracias a la figura de Pedro Lemebel, quien fue la semilla del movimiento LGTBQ+ en Chile. “No estaríamos discutiendo el matrimonio igualitario si no hubiese existido”, aseguró.

SANTIAGO.- El director y guionista de “Tengo Miedo Torero”, Rodrigo Sepúlveda, encargado de llevar a la gran pantalla la única novela de Pedro Lemebel, repasó el éxito de su filme y reflexionó, además, sobre la industria del cine chileno y el progreso que ha tenido en materia de representatividad de las disidencias sexuales.

– “Tengo Miedo Torero” se convirtió en el filme más visto del cine chileno logrando más de 200 mil espectadores, ¿esperabas ese recibimiento dado las restricciones del estreno online?

– Fue una sorpresa enorme. Primero, yo no quería estrenar en línea, o sea, a todos nos gusta ver películas en el cine y cuando partió la pandemia fue terrible. Después fue el estreno mundial en el Festival de Cine de Venecia y no pudimos ir, pero, finalmente, pasó algo muy bonito, que no lo esperábamos: la vio mucha gente en lugares donde no hay cines en Chile. La gente nos escribió desde Puerto Octay, Coyhaique, Pozo Almonte, de lugares lejanísimos para contarnos que la habían visto. Eso fue sumamente bonito.

– ¿Crees que la película habría tenido tantos espectadores en un estreno presencial?

– No. Nos habría ido bien, pero a ese nivel era una apuesta difícil.

El director comentó que fueron varios los factores que dieron éxito a la película. Entre ellos, el resurgimiento de la figura de Pedro Lemebel durante el estallido social, suceso que fue una suerte de “precalentamiento de ganas” para el estreno.

– Pedro Lemebel, junto a Gladys Marín, es una de las figuras políticas que más crecieron durante el estallido social en Chile. En las manifestaciones, en Plaza Dignidad, aparecían rayados que decían “No tengo miedo, torero”, “Lemebel está vivo”, incluso vi que una vez reemplazaron la cara de un arzobispo en la casa central de la Universidad Católica por la de Lemebel.

– ¿Cuál es el precedente que deja su película?

– En términos comerciales yo creo que la película hizo una marca importante. El estreno online ahora es otro interlocutor válido e incluso es una forma de valorizar una película; es una plataforma útil para darse a conocer, para ir a festivales, para mostrar las películas. Pero todavía faltan espacios. Dan ganas de reestrenar muchas películas que no tuvieron la oportunidad en su momento, porque en las salas durábamos cuatro días.

– Y en la representatividad de las disidencias sexuales, ¿crees que también deja un precedente?

– Sí. En la película Lemebel era fundamental, es la semilla de un movimiento que empezó a ver sus primeros tímidos frutos hace poco tiempo, no estaríamos, por ejemplo, discutiendo el matrimonio igualitario si él no hubiese existido; ‘Una Mujer Fantástica’ no se hubiese hecho si no hubiese existido.

– Lo que trato de retratar en la película es a las disidencias sexuales, y adentro del mundo de la izquierda, no solo en la represión militar sobre el mundo homosexual, sino que, en el PC, en el PS, en todos los partidos de izquierda.

– Siempre me preguntan por la separación del tema político y el tema homosexual, y la película es profundamente política porque es profundamente homosexual, yo creo que eso es importante decirlo, porque es la vida de un homosexual invisibilizado en una sociedad patriarcal. Mientras escribía el guion fui a muchos eventos, en el Fausto; trabajé con travestis, conversé con personas trans, hicimos charlas con todo el equipo, fue un trabajo serio. Eso, el mundo LGTBQ+ lo percibió.

– ¿Sientes que las audiencias reciben de mejor forma estas historias, como la de “La Loca del Frente”?

– Por supuesto. Antes el mundo gay o trans era visto desde una caricatura, desde los inicios, en Hollywood, siempre fue tratado de un punto de vista estigmatizante, de la idea de que el homosexual era traicionero, de que no tenía sentimientos. De la idea de ‘la loca’. Eso era una cosa super violenta. Yo creo que hoy día eso no cabe en nuestra sociedad y lo podemos ver con lo que ha pasado con algunos humoristas, que no pueden ir, por ejemplo, al Festival de Viña y hacer una representación de un homosexual como en los ’80. El mundo cambió.

Los desafíos del cine chileno

Al ser consultado el director sobre los desafíos que enfrenta el séptimo arte en nuestro país, respondió que los principales son el financiamiento de las producciones y la falta de espacios para difusión y distribución.

“Hacer cine siempre ha sido arte. Hacer cine siempre ha sido industria. Y en Chile no existe en ningún nivel. Las formas de financiamiento son estatales, que nunca son suficientes. Cuando el Estado te financia se crea una especie de pensamiento oficial, que puede ser de izquierda o de derecha; eso no te abre caminos de experimentación. A mí me tocó ser jurado de un Fondart -experiencia que espero no repetir nunca más- y lo que se valoraba era la trayectoria de los directores, la posible aprobación del guion por parte del público, entonces, cuando fijas esos parámetros, dejas fuera a nuevos realizadores jóvenes, la posibilidad de experimentar y equivocarse. Siempre he reclamado que, en Chile, Raúl Ruiz probablemente nunca se habría ganado un Fondart”.

Finalmente, agregó que “no hay redes de salas de cine arte o cine de autor en Chile, por lo tanto, es totalmente injusto que nuestras películas tengan que competir con el resto de las cintas en las salas internacionales, como el Cine Hoyts o Cinemark. Ojalá, de una vez por todas, se armara un conjunto de salas de cine independientes. Y esto no es solo para cine chileno. En Latinoamérica se están haciendo películas muy interesantes y ni si quiera sabemos de su existencia, ni hablar del cine independiente europeo. El público salta de “Spider-Man” a ‘Tengo miedo torero’ sin ninguna escala intermedia, entonces se hace muy difícil. Hacen falta los espacios”.


🔴 Esta entrevista forma parte del suplemento digital Ventana Local: El oficio de hacer arte en crisis, que fue financiado por el Fondo de Fomento de Medios de Comunicación Social del Gobierno de Chile y del Consejo Regional Metropolitano de Santiago.

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