Se trata de una de las novelas de Stephen King publicada en el año 1992. La historia está narrada por su protagonista, Dolores Claiborne, una mujer esforzada, madre de familia y trabajadora incansable. Como única sospechosa, se le acusa de un crimen que no cometió hacia Vera Donovan, una jefa estricta y bastante caprichosa, pero más allá de las evidentes diferencias socioeconómicas que pudieran distanciarlas, ambas guardaban algo en común: la desdicha.
En aquella época aún creía que el amor de un hombre por una mujer y de una mujer por un hombre era más fuerte que el amor por la bebida y por los follones, que el amor acabaría alzándose como la nata sobre la leche. En los diez años siguientes aprendí lo suficiente. A veces el mundo es una triste escuela, ¿verdad?
Luego de la muerte de su esposo en un accidente automovilístico, Vera Donovan se traslada a vivir definitivamente a su casa de veraneo en la isla de Little Tall, Maine. Es allí cuando requiere de la ayuda de Dolores como ama de llaves, quien, cansada de que su esposo se gastara todo el dinero en alcohol y con la intención de juntar algo para que sus hijos fueran a la universidad y tuvieran un mejor futuro, acepta trabajar para la implacable mujer que apenas logra retribuir sus servicios de manera justa.
Los hechos narrados por una única voz y sin divisiones por capítulos, obtienen toda la atención del lector y dan cuenta de la miseria a la que tiene que estar sometida una mujer (tal vez no todas, pero sí muchas) a causa de un esposo maltratador.
Ya nadie lo llama corrección en el hogar: ese término ha ido desapareciendo de las conversaciones, hasta donde llega mi conocimiento, pero yo crecí con la noción de que cuando las mujeres y los niños se pasan de la raya, la tarea del hombre es volver a ponerlos en su sitio (…) Sabía que el hecho de que un hombre pusiera las manos encima a la mujer no tenía mucho que ver con la corrección… pero de todas formas dejé que Joe me lo hiciera durante un tiempo. Supongo que estaba simplemente demasiado cansada de trabajar en casa, de limpiar para los veraneantes, de cuidar de mi familia y de tratar de arreglar los follones que Joe montaba con los vecinos para pensar demasiado en eso.
Pero Joe St. George no solo maltrata física y psicológicamente a su esposa, también le robó desde el mismo banco todo el dinero que habían juntado porque por el simple hecho de ser mujer ella no tenía nada que opinar y nadie le preguntaba nada. Aún así, lo que sobrepasó los límites de resistencia de Dolores fue que Joe comenzó a abusar sexualmente de su hija y esto hizo que de una vez por todas tomara cartas en el asunto. Entonces, Impulsada por Vera Donovan, decide matar a su esposo en una noche de eclipse: “Un accidente -continuó con voz clara, casi como una profesora- puede convertirse a menudo en el mejor amigo de una mujer desgraciada”.
Y en verdad era defensa propia, más allá de lo que dijera la ley al respecto. Lo sé porque yo estaba ahí y la ley no. En última instancia, estaba actuando en defensa propia, y en defensa de mis hijos.
El thriller de Stephen King fue llevado al cine con un nuevo título: Eclipse total. La película fue dirigida por Taylor Hackford y protagonizada por Kathy Bates, actriz que cinco años más tarde interpretaría magistralmente el papel de Annie Wilkes en Misery. En la novela el personaje de Selena, la hija de Dolores, se va de la isla para convertirse en una exitosa periodista y no vuelve más, esto según Dolores, porque en las llamadas telefónicas la escuchaba un poco bebida al igual que su padre. Sin embargo, en la película, el personaje de la hija se hace presente desde un principio y se recurre a este para que Dolores no esté sola. Además, el libro sostiene todo el tiempo una narración en primera persona y esa intimidad o cercanía está bien para lo literario, pero en el cine es un deber dar prioridad a la imagen. En ambos casos se dan saltos temporales para reconstruir los hechos en base a recuerdos. El personaje de Selena es fundamental porque en un comienzo actúa como verdugo para luego convertirse en una santa benevolente en defensa de su madre: “No sé qué sentir sobre lo que hiciste, pero sé que lo hiciste por mí”.
Todo lo que hice lo hice por amor… el amor que una madre natural siente por sus hijos. Ese es el amor más fuerte del mundo y el más mortal. No hay mujer más cabrona en el mundo que la que teme por sus hijos.
Basta con entrar al submundo de la novela para empatizar con Dolores y no tener la absurda deferencia de declararla inocente, ya que se sospecha de ella por un rumor en la isla que, si bien llega a ser cierto respecto a la muerte de Joe St. George, la pone en una situación desfavorable, porque aparte de ser blanco de críticas por ese hecho ocurrido décadas atrás, se le termina juzgando porque a la opinión del resto le parece insólito que una mujer adinerada le deje el grueso de sus bienes a su sirvienta. Pero al final de la película, su hija Selena expone los motivos que en el libro se entienden per se: eran compañeras. Solo se tenían entre ellas.
El escenario planteado va más allá de ser una historia común en la que una mujer es maltratada por su esposo alcohólico: hay falta de derechos, hay juicios de valor y falta de empatía desde el punto de vista de la sociedad y no desde el autor, puesto que el trabajo de Stephen King es conocido por dar protagonismo y relevancia a sus personajes femeninos, a quienes ha construido con empoderamiento y tesón a partir del ejemplo que le ha dado tanto su madre como su esposa. A saber, Dolores Claiborne se trata de una mujer que continúa la vida a pesar de todos sus “dolores”. No obstante, se juzga por los hechos. Pero, en fin, “a veces ser una perra es lo único que le queda a una mujer”.