La he visionado al menos medio centenar de ocasiones, pero volvería a disfrutar una vez más la obra maestra de Sergio Leone, quien perpetuó el spaguetti western con “El bueno, el malo y el feo” (1966), con uno de los remates más recordados de la historia del séptimo arte.
Con este filme el italiano cerró su exitosa “Trilogía del dólar” con “Por un puñado de dólares« (1964) y “La muerte tenía un precio” (1965), filmes que vi por primera vez en televisión en el único canal que existía en la década de los ochenta en “Tardes de cine”.
Cuenta con un notable guion de Leone y la maravillosa banda sonora de Ennio Morricone, con una particular melodía o efecto sonoro para cada personaje; para “El bueno”, el sonido de una flauta; “El feo”, el uso de voces; y para “El malo”, una ocarina, un instrumento de viento.
Las piezas de Morricone recrean paisajes polvorientos y calcinados por un sol implacable, y crean una atmósfera enrarecida a través de sonidos concretos como el enervante sonido de una cajita musical o un singular solo de guitarra.
Trio inmortal
Cómo olvidar los primeros planos de rostros descuidados y sus miradas desafiantes, y lo más importante, a sus tres protagonistas, el alma de la historia. Cada uno con una razón para sobrevivir y que no dudan en apretar el gatillo si se sienten amenazados o alguien se cruza en su camino.
Son “El bueno” (Clint Eastwood), conocido como “Rubio”; “El Malo” (Lee Van Cleef), alias “Ojos de ángel”; y “El feo” (Eli Wallach), su nombre completo: Tuco Benedicto Pacífico Juan María Ramírez.
Este último se roba la película con un notable sentido del humor y carisma. Es vulnerable, pero suertudo, sufre infortunios y los aprovecha para sacar dividendos haciéndose el vivo en varios pasajes del metraje.
En el caso de “Rubio”, es el antihéroe de la historia, un pistolero sin rumbo que busca su destino y se encuentra con situaciones favorables. No necesita suerte y gracias a su inteligencia escapa hábilmente del peligro y de la misma muerte.
Y está “Ojos de ángel”, un interesante antagonista, asesino a sueldo, cruel y hábil manipulador, cuya rivalidad con sus oponentes y ambición lo hace ser muy desconfiado. Al estar al margen de la ley y bordeando la muerte, sucumbe ante su insaciable codicia.
Frases para el bronce
En “El bueno, el malo y el feo” el sentido del humor y la sátira tienen cabida especial, así los personajes tienen libertad para crear situaciones cómicas y frases como para ponerlas en un marco.
A continuación una selección de memorables líneas de estos antihéroes que seguro les traerá buenos recuerdos de este querido clásico de la pantalla grande.
“RUBIO”:
-El mundo se divide en dos, “Tuco”. Los que encañonan y los que cavan. El revólver lo tengo yo, así que ya puedes coger la pala.
-¡Que ingratitud, después de tantas veces que salvé tú vida “Tuco”!
–¡Dios no está con nosotros, porque odia a los idiotas!
“OJOS DE ÁNGEL”:
-Casi me olvido, él me dio mil dólares, creo que su intención era que te matara (…) Cuando me pagan, siempre termino el trabajo, tú lo sabes.
-¿Te gusta la música cuando estas comiendo “Tuco”?
-Siempre encuentro a los hombres que busco, por eso me pagan bien.
“TUCO”:
-En donde nacimos, para no morir de hambre había que elegir ser cura o bandido.
-¡Cuando debas disparar hazlo (…) no hables!
-“Rubio”, sabes de quién eres hijo, todos lo saben, eres hijo de mil padres, todos bastardos como tú.
Por Andrés Forcelledo Parada.-