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El señor de los acordeones de la Isla Grande de Chiloé    

El coleccionista Sergio Colivoro además los repara y enseña la magia de este instrumento en el Museo de los acordeones en Chiloé con la finalidad de mantener viva esta tradición.

SANTIAGO.- Sergio Colivoro Barría posee una colección de más de 60 acordeones que se exhiben en el famoso “Museo de los Acordeones”, siendo su fundador y propietario en Chonchi, en la Isla Grande de Chiloé, Región de Los Lagos.

Colivoro, de 65 años, es uno de los acordeonistas más reconocidos de Chiloé, y tal vez de Chile; sus acordeones son de diversos tipos, marcas y épocas, algunos alemanes de 1870, otros italianos y también de otros países. Cada uno tiene una historia propia.

El exponente de las tradiciones chilotas comparte sus conocimientos e historias de este bello instrumento con miles de turistas de Chile y el mundo que llegan al museo, un atractivo de esta hermosa zona de nuestro país.

Fuera de ser un coleccionista, también es un reparador de acordeones, tarea que realiza con sus cercanos con el objetivo de mantener viva esta tradición.

Dice que necesita el apoyo de las autoridades para contar con un nuevo museo para los turistas y futuras generaciones y sueña con que la fachada tenga forma de acordeón.

– ¿Cómo se vincula con los acordeones y cómo nace el amor con el instrumento? 

– A los cuatro años en una fiesta escuché el sonido del acordeón que tocaba mi padre Benedicto Colivoro, oriundo de una localidad cercana a Quillón. Él reparaba los instrumentos y se destacaba por ello en todo Chonchi. Siempre lo escuchaba tocar, igual a mi hermano y a otros músicos que llegaban a la casa para arreglarlos. Al principio nunca tuve intención de tocar el acordeón, mis intenciones era estudiar alguna profesión. A los 12 años mi maestra que tocaba piano me preguntó si me gustaría aprender a tocar el acordeón, tenía uno que me podía facilitar. Ahí comencé y no paré más.

– Qué elementos destaca del acordeón y cómo lo define.

– El acordeón es uno de los instrumentos más completos que existe, se pueden tocar sin acompañamiento. Cuando llegó el acordeón a botones no hubo escándalo, pero el de teclas se dijo que era un instrumento moderno que no cuadraba dentro de lo tradicional. Según mis investigaciones el acordeón llegó a Chiloé en 1875,  estaba ya en estas tierras y nadie me creía. Confirmé la información en un diario de la época que está en la Biblioteca Nacional de Chile, que indica que el instrumento ya se encontraba en la zona en esa época.

– ¿Quién traen el acordeón a Chiloé?

– Chilotes y viajeros de la Patagonia Argentina. Es curioso, porque hay personas que contradicen lo que digo, no tienen argumentos. Se han inventado muchas cosas sobre el folclor chilote, pero con los años me encontré que era una falacia y nos habían mentido toda la vida.

– De qué origen fue el primer acordeón que llegó a la Isla Grande     

– Los primeros fueron de origen alemán y suecos, de estos últimos llegaron muchos, porque eran más económicos. El acordeón común que llegó era de dos hileras, que pasó a ser parte de la vida cotidiana de los chilotes.

– Por qué el acordeón penetra tan fuerte en el mundo del chilote y en los habitantes de la Isla.

– La música tradicional de Chiloé se hizo primero con violín y guitarra, tambores, una caja de redoblante y un flautín. Instrumentos que trajeron los habitantes de España, igual llegaron muchas personas de origen judío, es decir, los instrumentos provenían de medio oriente, que luego fueron adquiridos por los europeos.

– ¿Tiene un sonido particular el acordeón?  

– El acordeón en aquellos años desplazó al violín, porque este último no era muy sonoro, entonces cuando se toca el acordeón al lado del violinista, este último no escucha su instrumento.

– Usted también como su padre aprendió a reparar acordeones

– Un acordeón se puede restaurar completamente, incluso si la caja acústica está en mal estado; se pueden cambiar las maderas. Yo puedo hacer ese trabajo, pero sale más caro que comprarse uno nuevo. En mi caso me gusta hacerlo, es un capricho, es un desafío arreglarlos.

– ¿Ha podido transmitir este oficio a sus hijos? ¿ellos tocan acordeón y los reparan?         

– A mi hijo le enseñé para que supiera las cosas básicas. Él tiene un par de acordeones especiales. Es profesional y toca acordeón en varios conjuntos de la zona, tiene mucha calidad en la ejecución; él tiene personalidad y es sencillo, es parecido a mí. Aquí todo el mundo me aprecia, porque la persona sencilla tiene llegada en todos los lugares.

– Qué países ha visitado siendo un conocedor, reparador, coleccionista y ejecutor del acordeón.

-En 1998 me invitaron a Corea del Sur, fui como acordeonista del grupo Magisterio de Chonchi, participamos de un gran festival, participaron en su mayoría países islas, como Australia. El 2015 estuvimos con mi hijo una semana en la Expo Milán, Italia, tocamos música de distintas latitudes, paso dobles, polcas, vals y hasta cuecas. Por una invitación de la Municipalidad de Castro y Puerto Montt estuve en Miami, en un congreso de cruceros. He viajado en reiteradas ocasiones hasta Argentina en la zona de la Patagonia.

– Usted también es crítico de cómo se ha fomentado el folclor chilote

-Sí, empecé hace 20 años atrás hacer crítica. Hay gente en esta zona que le ha puesto nombre a las cosas sin saber, una prueba fehaciente es hablar de la música folclórica chilota, eso nunca ha existido, el folclor en Chile no existe, es un invento (…) La música tradicional sí, y algunos instrumentos tradicionales, pero en el caso del acordeón no es chileno, es foráneo.

– ¿Cómo nace el Museo del Acordeón?    

– El 2003 con el encargado de cultura en Castro nos hicimos amigos y un día me dijo que porque no desarrollaba un taller de acordeón en una sala que me iban habilitar en el Centro Cultural. Al principio no quería, nunca había hecho pedagogía. Finalmente empezamos a trabajar con el acordeón diatónico y a piano, tuvimos bastante aceptación. Estuvimos dos años en esta actividad.

– El único problema era que muchos jóvenes querían aprender a tocar acordeón, pero no tenían uno, entonces a medida que comenzaron a ingresar recursos comencé a comprar algunos antiguos, los reparaba y se los prestaba a los alumnos que estaban interesados. El mismo proyecto lo realizamos en Quellón, Achao, Ancud y el 2010 llegue a contar con 24 acordeones. Luego se hizo la primera muestra en el Mercado Municipal de Chonchi, los visitantes subieron fotografías a internet y lo bautizaron el “Museo del acordeón”.

– Hoy contamos con más de 60 acordeones, la colección más grande de Sudamérica, aunque también existe un museo en Brasil, Colombia y Argentina. El que tenemos aquí es el más austral del mundo.

– El acordeón permite ejecutar cualquier estilo musical 

– Sí, desde música docta hasta popular. Se puede tocar una obra de Ludwig Van Beethoven, Mozart o Tchaikovsky, porque la música está escrita en piano y la puedo tocar en partitura y oído. El 2010 cuando inauguramos el museo en Chonchi dije que un día la comuna no sería reconocida en el mundo por el licor de oro y otras tradiciones, sino por contar con un museo del acordeón.

– Aquí ha estado haciendo reportajes El diario Clarín, de Buenos Aires; el New York Times, La Tercera, La Cuarta, La Segunda; salimos en un documental “Sonidos del aire” transmitido por TVN. El periodista Alipio Vera hizo un reportaje hace un tiempo; Canal 13 ha venido en varias ocasiones y también Mega.

– En una ocasión visitó el museo Gloria Benavides y se emocionó hasta las lágrimas, porque se acordó de Jorge “Chino” Pedreros, quien tocaba y amaba los acordeones. Ella me dijo “no se imagina don Sergio lo que hubiese hecho Jorge en este lugar”.

– ¿Cuál es su gran sueño, don Sergio?

– Este lugar lo arriendo con mis recursos y me gustaría tener el apoyo de las autoridades para contar con un museo como corresponde para turistas y futuras generaciones, que tengan las condiciones adecuadas para recibir al público. Sueño que la entrada tenga forma de un acordeón, algo hermoso; se pueden hacer muchas cosas, más ahora que están construyendo la costanera en Chonchi, y es necesario contar con atractivos turísticos.

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