“Y cuando el Cordero abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora (…) Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se dispusieron a tocarlas”. Apocalipsis VIII: 1 y 8 Reina-Valera 1960 (RVR1960).
Con estos versículos extraídos de la Biblia arranca “El séptimo sello” (1957), uno de los mejores filmes que he visionado en mi vida y que es necesario revisar por lo menos una vez en nuestra existencia.
Es la obra por excelencia de Ingmar Bergman en que están presentes las interrogantes de toda su filmografía: el sentido de la vida, el silencio de Dios, el problema del sufrimiento y la enfermedad, apoyado por las imágenes más bellas que he disfrutado en pantalla.
Nunca descansa
Aquí observo la danza de “La muerte” de hombres, mujeres y niños que mueren sin misericordia por la pestilencia, porque ella nunca descansa y su afilada guadaña siempre está cerca para cortar cabezas sin misericordia.
Bergman aborda el misterio del término de la existencia en que no sabemos a ciencia cierta cuándo y cómo sucederá, porque querámoslo o no, todos tenemos fecha de vencimiento.
Extraordinaria
En lo estrictamente visual en “El séptimo sello” me encuentro con un notable guion de Bergman, excelentes interpretaciones, y una fotografía y utilización de la luz como sólo el director sueco sabía otorgar a sus obras.
Son pocos los calificativos para apreciar tanta belleza concentrada en una sola película, realmente fue una experiencia que me dejó de una sola pieza y continúa más allá de la pantalla grande.
Tras 10 años en las Cruzadas en Tierra Santa, Antonius Block (Max Von Sydow), actor fetiche de Bergman y quien nos dejó el 2020, regresa junto a su escudero a su pueblo en la Suecia del Siglo XIV.
Europa está desolada por la ignorancia y la peste negra que ha cobrado miles de víctimas. En este desconcierto el caballero se encuentra atormentado y confundido por sus cuestionamientos.
Block se ve cara a cara con “La muerte” quien viene a reclamarlo, el caballero le propone que jueguen una partida de ajedrez para tener tiempo de obtener las respuestas a su búsqueda de la verdad sobre la muerte, el vacío y la no aparición de Dios.
“La muerte” acepta y en la primera escena Block manifiesta sus interrogantes y también define con qué piezas jugará su contendor, a quien le corresponden las negras, éste responde: “No podía ser de otra manera”.
Naturaleza mortal
Es un interesante diálogo en que la partida se transforma en un juego en que se intenta burlar a la muerte, pero es imposible por nuestra naturaleza mortal, y el protagonista sólo gana un poco de tiempo.
Existen imágenes difíciles de olvidar en este caos como los frailes flagelantes que se castigan para evitar la peste; los rostros de mujeres violadas y torturadas por indeseables, y la bruja condenada a morir como chivo expiatorio por la pandemia.
En este sombrío panorama los actores callejeros José, María y su pequeño hijo Miguel, son un bálsamo con bromas, canciones y una visión más esperanzadora de la realidad densamente pesimista.
Un filme imprescindible y necesario, porque no sólo es una invitación a reflexionar sobre la vida y la muerte, también en nuestro pasar por este mundo que es tremendamente efímero.