Tuvieron que pasar casi 50 años para que “Al otro lado del viento” (2018) viera por fin la luz, convirtiéndose en la producción más extensa en la historia del séptimo arte. La póstuma obra del mítico director, actor, guionista y productor estadounidense Orson Welles está disponible en Netflix.
En la plataforma también se puede apreciar el documental con el sugerente título “Me amarán cuando esté muerto” (2018), que explora los últimos 15 años de vida del cineasta. En este tributo al realizador se exhibe material inédito sobre la producción de la última cinta inacabada del director de “Ciudadano Kane” (1941), la cual, desde principio de los setenta, sufrió varias interrupciones y problemas de financiamiento.
Algunos afirmaban que Welles nunca quiso terminarla, señalando que los que debían financiarla terminaron negando el desembolso del dinero que necesitaba para el corte final; entre ellos, productores iraníes.
La versión que está en Netflix sigue las instrucciones específicas de su autor, quien dejó 100 horas de metraje antes de fallecer, aunque nunca sabremos si Welles hubiese dado su conformidad al producto final.
Cine dentro del cine
El argumento de esta bizarra historia es una película sobre la filmación de otra cinta y las complejidades que afectan a su autor para poder concluirla.
Es posible que Welles haya querido construir su propia versión de “8 ½” (1963) de Federico Fellini, donde se muestra en forma de sátira los obstáculos creativos y financieros que pasan algunos realizadores para desarrollar su arte.
También trata sobre el auge y caída de grandes cineastas, su soledad y frustración ante este frío mundo que no es el mismo de su época de gloria. Así el artista se va marchitando poco a poco y sólo desea morir, con las botas puestas, realizando lo mejor que sabe hacer.
Aunque Welles afirma que la historia trata sobre otro director. A todas luces es él quien se refleja cien por ciento en el personaje principal de esta incomparable relato.
Argumento
Tras varios años de exilio en Europa, el legendario director J. J. “Jake” Hannaford (John Huston) vuelve a Hollywood para finalizar una película que empezó a rodar allí, una ambiciosa producción que volvería a situarlo en el olimpo de los cineastas de su época.
Para concretar el proyecto Hannaford necesita apoyo económico, para lo cual realiza una fiesta privada en el día de su cumpleaños, donde se reúne con connotados directores como Otterlake (Peter Bogdanovich). Y de paso tendrá que lidiar con fastidiosos periodistas y críticos.
El vertiginoso montaje, con un torbellino de planos y surrealistas imágenes es un regalo a la vista; también la interpretación de la actriz Oja Kodar, pareja de Welles, quien es el hilo sensual del relato.
La cinta no decepciona; sin embargo, no se trata de las obras maestras que nos tenía acostumbrado el director de “Sed de mal” (1958).
Por siempre quedará el enigma de cómo hubiese quedado la cinta con el corte final de su autor, aunque no vale la pena especular en aquello. Lo cierto es que es una obra que sólo pudo haber estado en la mente de Orson Welles.
