No es necesario aclarar el término asesino en serie. Hoy su significado es patente: “Individuo que asesina a tres o más personas, en un lapso de 30 días o más, con un período de ‘enfriamiento’ entre cada asesinato”.
Estos homicidas se han convertido verdaderas personalidades dentro de la cultura pop, como por ejemplo Charles Manson y su “Familia”, quienes tuvieron una aparición en el último filme de Quentin Tarantino, “Érase una vez en Hollywood”; También son personajes pertenecientes al canon del terror, como Jack el Destripador, y de hecho es imposible imaginarse el mismo género, y más precisamente el cine slasher, sin ellos. En este género se han inspirado personajes como Michael Myers de la clásica cinta “Halloween” o Leatherface de la “La Masacre de Texas”.
Como si esto fuera poco, se han hecho museos en torno a la imagen de estos personajes, tales como la casa del asesino Ed Gain, donde este fabricaba ropas e implementos con las pieles y miembros de sus víctimas, cuestión que además inspiró una de las canciones más emblemáticas de la banda de metal Slayer: “Dead Skin Mask”.
Pero veamos. Sobre asesinato hay bastante ficción, varias biografías y obras que presentan homicidas como si de un verdadero “Manual de Monstruos” de un juego de rol se tratase. Se les describe con sus particularidades, cantidad de víctimas, etc., algo muy de los años ochenta. En la actualidad, sin embargo se les observa y ficciona desde lo propuesto por la serie “Mindhunter” de Netflix, que es el ámbito fenomenológico.
Esta serie, dirigida por un especialista del thriller de asesinos en serie, David Fincher (Seven, 1995; Zodiac, 2007), se nutre de múltiples referencias sociológicas, proponiendo así un análisis más empirista de los asesinos en serie. La producción hace el hincapié en ver cómo se construyen, “qué son” y qué es lo que gatilla sus atrocidades. Para ello los protagonistas hacen una serie de entrevistas a estos asesinos, las que van dando vida a cada capitulo y entregando las pistas necesarias para cada caso. Cuestión que da por resultado un producto mucho más sutil y por cierto más interesante, ya que abordar algo desde la fenomenología siempre resulta más complejo dentro de un historia, pero a la vez la vuelve mucho más rica en lo discursivo.
En este marco, Editorial Planeta recientemente lanzó un título a través de su sello Ariel que funciona como el acompañamiento perfecto a la hora de comprender esta vanguardia: “Hijos de Caín” de Peter Vronsky.
El libro es una investigación apasionante que retrata los asesinos en serie en su “historia antropológica”. Básicamente lo que propone Vronsky es abordar a estos personajes como si fueran una especie. Para ello divide el libro en tres capítulos diferentes de la siguiente manera: “I. Sobre el origen de las especies: La evolución de los asesinos en serie”; “II. Crónicas de asesinos en serie: El historial forense primitivo de los monstruos”; y “III. La nueva era de los monstruos: El auge del asesino en serie moderno”.
En el texto se puede ver descrito las diferentes etapas, o como el autor las define, Edades: La Edad de Piedra y La Edad de Oro de los asesinos, y los auges que han tenido en la historia. Además, teniendo presente que el término “asesino en serie” es moderno, Vronksy conecta diferentes mitos y momentos históricos donde el mismo patrón de asesinatos en masa por un individuo se ha visto apegado a lo “serial”, por ejemplo el mito de la licantropía y lo hecho por la Iglesia Católica en pleno periodo de la Santa Inquisición contra las “brujas”.
“Hijos de Caín” es un texto dirigido a quienes gustaron del lado más duro y teórico de la serie “Mindhunter”. Reúne varias cuestiones propuestas por la misma producción en un texto largo y completo que va más allá de lo pop, pero sin dejar de ser pop.
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