Las razones son muchas por las que se vio forzado a dejar su tierra natal. Pensando en sus hijas y esposa decidió buscar un futuro más próspero. Su hermana y cuñado vivían hace un tiempo en nuestro país y le sugirieron que viniera.
Desde el comienzo se relacionó con gente que lo acogió. En esas vueltas de la vida fue invitado a un taller que efectuaba la Compañía TeatroPAN, con residencia artística en La Reina. Jaime Reyes, su director, comentó que ese año postularon un proyecto al Ministerio de Desarrollo Social a través de la Fundación Teatrocinema. La Villa La Reina fue el lugar donde apreció gran cantidad de haitianos y que, lamentablemente, solo se comunicaban entre ellos.
Surgió una idea: generar una instancia de reconocer una comunidad y visibilizar sus aspectos culturales. El taller nunca tuvo que ver con lo académico, es más, era actuar de inmediato y construir un diálogo para que chilenos y haitianos pudieran vincularse.
Así Alex fue invitado, junto a otros de sus compatriotas, a participar en este taller. La instancia fue como estar en casa, relató el joven inmigrante. Él ya había hecho teatro en una iglesia de Haití, pero cuando llegó a la actividad pudo conocer más aspectos de esta expresión artística.
A partir de la improvisación y la música, se brindó la instancia para que la comunidad haitiana expresara diversas emociones: qué les da pena, rabia, felicidad, risa. Las escenas comenzaron a construirse desde la historia del país centroamericano; TeatroPAN otorgó libertad de recursos.
“La primera escena de Alex fue de un trabajador al que no le pagaban. Trabajamos situaciones que se presentaban dramáticas desde una mirada humorística, pero que tuviesen que ver con cosas que les podían suceder. Hubo un momento muy lindo en que pensamos ‘¿Qué nos da rabia?’ Y se hizo una escena de burócratas que los mandaban de un timbre a otro”, manifestó Jaime Reyes.
El resultado del taller fue un montaje de distintas historias de la realidad haitiana que recorrió diversos puntos de Santiago. Los objetivos de la iniciativa se cumplieron y, además, surgió la idea de que esta misma comunidad formara una compañía. Se llamó Teatro Haitiano Optimista de Chile. Sin embargo, no prosperó. Se disolvió. Muchos de ellos debieron retornar a su país.
“El teatro se hace desde la cooperación de individuos que son capaces de generar un corpus único, un ejercicio de contención, de comprensión, lecturas, demandas, de otorgar, y luego está el universo con los temas que tienen interés común”, agregó el director de TeatroPAN.
Alex conoció a mucha gente en este taller, se sintió en familia. Según él, el teatro es como la vida misma, un lugar donde se puede decir cosas y expresar lo que uno siente.
“Hay muchas cosas que me gustaría decir a través del teatro, entre ellas, es hablar sobre cómo son los haitianos, cómo es Haití, mostrar la esencia de mi nación. El teatro es una buena ruta para contar nuestra identidad”, comentó el joven de 37 años.
Acloque siguió con el relato, esta vez, con un tono triste. “Para mí, Haití, es un país mágico, un país en el cual la gente debería poder vivir, pero el sistema económico y la corrupción política hace que sea muy difícil. Porque la esencia del territorio es muy bella; sin embargo, es un paraíso que ha sido corrompido por la gente que tiene el poder”.
Por otra parte, la Compañía TeatroPAN realizó, paralelamente, una investigación sobre migración. Uno de los resultados fue el montaje “Entre fuga y origen”, un relato coral sobre diversas situaciones migratorias en el mundo, fundamentada en hechos reales, que incluyó la historia de un padre e hijo haitianos que dejaban su tu tierra natal para venirse a Chile. A esta obra fue invitado a participar Alex; también Jobson, ambos haitianos.
A pesar del gran trabajo realizado por TeatroPAN, lamentablemente las restricciones de la pandemia no permitieron que esta obra pudiera seguir exhibiéndose. Cultura 21 conoció que días atrás Jobson retornó a Haití.
Alex ahora trabaja en la construcción, en Santiago. Su retorno a casa es de una hora y media. Su pequeña hija comparte su pasión, participa en obras en la misma iglesia a la que asistía en Haití.
Pero los sueños del joven todavía siguen firmes. Algún día quiere dedicarse al teatro a tiempo completo, ser parte de una compañía, o eventualmente formar una propia. También anhela que su familia pueda vivir con él en Chile. La Compañía TeatroPAN, en tanto, espera seguir trabajando comprometida con la realidad y reestrenar pronto “Entre fuga y origen”, incluyendo a Alex como parte del elenco.
Una mirada social
El teatro social fue una estética que impartió el dramaturgo brasileño Augusto Boal en los ’60. Él construyó el “Teatro del Oprimido”, un método que pretende generar autoconciencia en las personas para reconocer sus capacidades discursivas y críticas.
“Es un tipo de teatro que pone mucho más acento en el proceso, está al servicio de las comunidades más que pensando simplemente en el hecho espectacular”, comentó sobre esta corriente el director escénico de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Francisco Krebs.
El académico continuó diciendo que “tiende a ser un teatro más didáctico, más inclusivo, que también busca ser un espacio más pedagógico, con libre acceso a una comunidad más amplia, integrando desde el diálogo a las comunidades”, sentenció.