Quentin Tarantino es el director pop por excelencia y sus fans queremos que siga así por muchos años más con ese sello personal.
En su momento de mayor éxito dejó la vara alta con “Perros de la calle” (1992) y la aplaudida “Pulp Fiction” (1994), por lo original de sus guiones.
Pasaron algunos años para tenerlo de vuelta y en plenitud, si bien “Jackie Brown” (1997) fue un buen intento, no superó lo realizado por el director norteamericano.
La dulce venganza
Y llegamos a la época de “Kill Bill”, que en su primera parte presenta uno de sus trabajos más efectistas y con personajes vacíos, en que el director pierde la complejidad y fascinación de su antiguas obras.
Chorros de sangre, cabezas que vuelan, brazos mutilados y graciosos gritos de dolor por los miembros perdidos de los 88 locos vestidos al estilo “Reservoir Dogs”.
Escenas acompañadas con temas musicales como si fuera un rotativo de videos por MTV, todo empapado de sangre y más sangre.
Además está la clásica historia de venganza tratada cientos de veces en el cine y la literatura, pero con elementos simples para adentrar al espectador en las secuencias de luchas fantásticas y artes marciales salvajes.
Tarantino realiza un ejercicio de estilos con una exploración de los secretos del Kung-Fu, con elementos culturales chinos, japoneses y gansteriles.
Insuperable
Afortunadamente en “Kill Bill Vol. 2” (2004) tenemos a Tarantino de vuelta, quien nos ofrece un tremendo salto de oriente a occidente.
Atrás quedan las mangas, muertes en masa y artes marciales para adentrarnos en diálogos profundos y un argumento más elaborado que su antecesora.
Así desaparecen los fantasmas del primer acto que me dejó con incertidumbre de cómo culminaría esta historia de venganza a cargo de la musa inspiradora del director, Uma Thurman.
Factor Carradine
La aparición de David Carradine establece un cambio radical en el relato, se nota el peso del protagonista de la mítica serie televisiva “Kung Fu”, su presencia se expresa por sí sola.
Al fin vemos el rostro de Bill, si en la primera entrega su voz aportaba misterio y elegancia, en la secuela nos regala dos escenas memorables como “La Capilla” y el monólogo de “Superman”, con esos diálogos particulares.
El mismo Carradine afirmó que la escena en “El paso” se transformó en la más brillante de la película y la mejor de su carrera.
Es una joya que suelo ver una y otra vez, la música de Ennio Morricone y la fotografía de Robert Richardson se fusionan a la perfección en el mágico encuentro entre “La Mamba Negra” y “Bill”.
Cierre memorable
En resumen creo que en la primera parte Tarantino atrapó a las masas sin complicarse, sólo había que esperar el segundo acto para ver cómo Beatriz Kiddo se ocuparía de quienes faltaban en su lista de muerte.
Me reencuentro con el director de “Bastardos sin gloria» (2009) con brillantes diálogos, hermosas imágenes y ese inconfundible estilo que requería esta historia de venganza que nunca me canso de disfrutar.
Por Andrés Forcelledo Parada.-