Al recordar el filme de Stanley Kubrick lo primero que se me viene a la cabeza o “gulivera”, recurriendo al dialecto Nadsat del escritor Anthony Burgess en “A clockwork orange” es: ultra-violencia, hipnóticas imágenes y personajes con un ácido humor en una sociedad en decadencia.
También la inolvidable música de Gioachino Rossini y Ludwig Van Beethoven que acompaña las imágenes de armónica violencia de esta polémica cinta que marcó a fuego la influencia de los medios, en que lamentablemente la realidad superó la fantasía.
Ultra-violencia
Malcolm McDowell, quien interpretó a Alexander DeLargue, aseguró que el filme se puede resumir como “La capacidad del hombre de elegir”; el libre albedrío, donde nuestros actos producen consecuencias positivas o negativas en nuestro entorno.
“Alex” junto a sus “Druggis” consumen drogas que los llevan a ejecutar sus denominadas “sesiones de ultra-violencia”; ellos no tienen misericordia de sus víctimas, por lo general personas inocentes e indefensas.
Los jóvenes roban y perpetran actos detestables como palizas, violaciones y humillaciones. Aquí la crueldad del individuo se observa en su máxima expresión: “El hombre es el lobo del hombre”, dijo el filósofo Thomas Hobbes.
Este grupo ejecuta estas acciones como una “opción” de esparcimiento ante una sociedad agresiva, segregadora, hiperindividualista y desintegrada, que al parecer no tiene cura.
Así las preocupaciones básicas como vivienda, trabajo y dinero priman sobre los valores familiares y éticos, porque el sistema fracasó al intentar paralizar los instintos agresivos del hombre.
La cinta plantea hasta qué punto es legítimo que el colectivo, a través de sus gobernantes, puedan destruir al individuo en función del interés general.
En ese contexto “Alex” es sometido a un terrible experimento, el famoso tratamiento Ludovico que anulan su voluntad en aras del bien común en la sociedad; su finalidad es eliminar de raíz la esencia malévola del hombre.
Arte imitado
Por otra parte, el poder de influencia del filme no se hizo esperar y tras su estreno en Gran Bretaña se vino una oleada de terribles crímenes perpetrados por jóvenes totalmente inspirados en los personajes de la historia.
En esa línea hubo diversos titulares en la prensa: “Ataque tipo naranja mecánica”, “Los violadores cantaron la canción del filme”, “Una banda tipo naranja mecánica mató a mi mujer”, y muchos más.
Las consecuencias fueron devastadoras para Kubrick, fue acusado de estimular la ejecución de asesinatos y el caos, incluso fue amenazado de muerte, situación que lo marcaría para el resto de su vida.