SANTIAGO.- A los cuatro años fue su primer acercamiento al espectáculo, su padre era dueño del “American Circus”; ahora, el Clown es uno de los pilares de su vida. Matute es el payaso que encarna Omar Álvarez Santana, joven del sur de Santiago, criado entre las comunas de El Bosque, La Cisterna y San Miguel. Como todos, partió de abajo. Solo el tesón propio de conseguir sus objetivos lo llevaron a sacar risas en las carpas más prestigiosas de Europa, adonde regresará este 24 de junio para ser parte del Festival Internacional del Circo “Elefante de Oro” de Girona, en España.
Recibió la invitación de los organizadores de su primer festival, el de Figueras, en Cataluña. “Me dijeron, nos interesa que estés acá”, contó, añadiendo que confirmar su asistencia no fue para nada fácil: “Postulé en Comisaría Virtual y me hicieron ‘tapita’ a los 5 minutos”, aseguró.
Se deprimió bastante, pero un día en Instagram vio una historia de una amiga, Catalina Peña Figueroa, de la compañía Viaje Inmóvil, confirmando un flamante viaje a España para exhibir la obra de muñecos Otelo.
_ “¿Cómo lo hiciste? Le pregunté al tiro”.
Ella le respondió el mensaje con todo el procedimiento. Tenía que hablar con el subsecretario del Ministerio de las Culturas, él lo derivaría con otra persona para enviarle la documentación necesaria que después de un poco de burocracia terminaría con la obtención de los permisos a través de la Subsecretaría de Prevención del Delito.
_ “Bueno, hice todo. Me rechazaron tres veces más”.
La cosa no pintaba bien, pero una noche la misma amiga le habló: “hace la solicitud ahora -eran como las 11 de la noche- (ja ja ja). Lo hice y me la aprobaron, así que bacán, voy para España con un amigo, Andrés Sáenz; haremos un documental, son 9 días. Será algo bien intenso”, manifestó.
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Con Matute conversamos una fría mañana de otoño. Llegó en un notable escarabajo de color gris. “Hace tiempo no hablo de esto, últimamente solo es la problemática del circo”. Eso fue lo primero que dijo -entre risas- cuando fue consultado por su carrera artística.
La trayectoria
En 2009 se graduó de la escuela de teatro La Mancha, basada en el método del francés Jacques Lecoq, “comencé trabajando en la Compañía Teatro Engranaje, de teatro negro, con cámara oscura, donde se ven solo las líneas que muestra el intérprete”, comentó Omar Álvarez.
Después hizo clown en algunos cabarets del Barrio Bellavista, “trabajando de noche animaba un cabaret de payasos con orquesta en vivo y todo, agarrando confianza, sintiendo los ritmos y los tiempos”, agregó.
Se fue a la India, en 2011. Por cuatro meses estuvo en un programa formativo de teatro corporal, “me fui a perfeccionar físicamente; la base del teatro gestual y folclórico allá es el Kalari, una de las artes marciales más antiguas. Yo quedé loco, porque entre otras técnicas también mezclaban el Kathakali (estilo de danza de teatro clásico); seguí ahí por unos meses hasta que supe que mi familia en Chile estaba empezando el circo de nuevo”.
Empezó con un show de mástil chino y otro de magia en la carpa de su padre, pero “quería actuar, así que el verano siguiente me lancé con una rutina de payaso; empecé a formar mi estilo, con otro molde, digámoslo. Después fui hombre bala y seguí probando cosas hasta que me llamaron de España a mi primer festival… Me fui con un chinchín”, indicó.
De ahí en más, las buenas noticias no pararon para el payaso Matute. En el viejo continente fue seleccionado entre los 5 mejores del 2015 por la compañía estatal rusa RosgosCirk y condecorado con la Estrella de Oro del Festival Liege de Bélgica en 2016. Siguió trabajando por temporadas, solo volvía “de paso” a nuestro país (en esas vueltas, en 2018, la ministra Consuelo Valdés le entregó una medalla que dice: Sello de Excelencia en Artes Circenses).
Sus últimos años fueron de gira con el famoso circo francés Arlette Gruss, “eso era estable, en un teatro gigante, hermoso, en el centro de París, construido por Napoleón Bonaparte, pero lo cancelaron todo por la pandemia”, lamentó.
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La conversación con Matute Álvarez fue por más de una hora. Amores de circo, anécdotas buenas, otras no tanto y varias reflexiones salieron de ahí, como que lo más difícil de ser payaso es “encontrar el estilo y sinceridad”, lo que a su juicio se logra con el tiempo, “por eso los mejores son los mayores, porque hacen una mirada y la gente está cagada (sic) de la risa, conocen los tiempos, el ritmo, llegan con seguridad; ahí entra el arte de ser payaso, en no buscar la risa fácil que sabes que va funcionar, sino que entregar algo más allá de la risa, más profundo, una conexión metafísica”, puntualizó.
También planteó que el circo es un espacio de resistencia, porque si no va gente no se come. Al ser consultado por sus ideas para solucionar las problemáticas en Chile, contestó que urge la implementación de una política pública que realmente asegure mayores garantías para los artistas.
“El circo tiene hasta ley, pero en la práctica no se puede llevar a cabo. O sea, en Chile para hacer publicidad es una millonada. Después están los lugares, que por el tema de la competencia han subido de precio y se han remitido a los malls, ese lugar no debería ser de esparcimiento; nos han hecho creer que son una plaza, un centro de actividades, pero todo gira en torno al gastar, el consumo, y se desperfila la cultura. En regiones es peor, los lugares no tienes luz ni alcantarillado, o sea, te obligan a estar al borde del delito, porque en un peladero o una cancha de fútbol no tienes ni agua potable”, sostuvo.
Este joven payaso, inspirado por René Bazinet, Peter Shub, David Shiner, Jef Johnson, Rui Paixao; por los chilenos “Pastelito”, “Los Caluga” y el “Tuga”; también por muchos de sus amigos, que con firmeza sostiene son sus referentes, estará al otro lado del mundo durante 9 días. Este sábado es el vuelo que tanto costó obtener. Que sea un gran espectáculo, Matute.