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Las joyas imperdibles del neorrealismo italiano

Fue una trascendental escuela cinematográfica que marcó en forma definitiva la metodología de producción tras finalizar la Segunda Guerra Mundial. Roberto Rossellini y Vittorio de Sica fueron algunos de los directores emblemáticos de esta corriente.

En tiempos de universidad me solicitaron elaborar un seminario sobre la película “La Ciociaria” (La campesina), más conocida como “Dos mujeres” (1960), del reconocido actor y director italiano Vittorio de Sica. Su protagonista, Sofia Loren, ganaría el Oscar a Mejor Actriz por su irrepetible actuación.

La cinta corresponde a una trascendental escuela cinematográfica que marcó en forma definitiva la metodología de producción tras finalizar la Segunda Guerra Mundial. Me refiero al neorrealismo italiano.

Para indagar sobre esta corriente revisé otras obras, y me llevé una extraordinaria sorpresa con notables joyas que se caracterizan por su honestidad, ternura y descarnado realismo.

Así visioné la entrañable “Ladrón de bicicletas” (1946), la onírica “Milagro en Milán” (1950); la pesimista y denunciante “Umberto D” (1952); todas dirigidas por Vittorio de Sica.

También los seis episodios de la expresiva “Paisa” o “Camarada” (1946), la terrible “Alemania año cero” (1948) y la descarnada “Roma, ciudad abierta” (1945); cintas que conforman la trilogía de guerra de Roberto Rossellini.

Rossellini

“Roma, ciudad abierta” fue la primera obra maestra neorrealista basada en un hecho real y rodada en ambientes naturales. Por ella a Rossellini se le consideró el padre del neorrealismo, título que nunca le agradó al realizador.

Por entonces la guerra había destruido casi toda Europa y en el rodaje escaseaban los equipos técnicos. Los presupuestos de producción eran paupérrimos, por lo que se tuvo que contratar actores no profesionales. Con la excepción, en este caso, de Aldo Fabrizi, el sacerdote Pietro, y Anna Magnani, la optimista y valiente Pina.

“Roma, Ciudad Abierta” es calificada como la obra maestra del neorrealismo.

La narración del filme es cercano al documental como herramienta de denuncia ante las atrocidades y carencias sufridas por los italianos durante los últimos meses de presencia Nazi en Roma.

Sus crudas imágenes exhiben la lucha y valentía de la resistencia italiana por conseguir la libertad. Curiosamente los niños se toman esta tarea más en serio que los adultos.

Así Rossellini tuvo una mirada humanista con un fuerte compromiso ético y moral, elementos que carece el Hollywood de hoy afectado por presiones económicas, porque sólo construye productos efectistas para obtener ganancias millonarias.

De Sica

Otra cumbre del neorrealismo es “Ladrón de bicicletas” de Vittorio de Sica, con una historia de extrema sencillez que llega al corazón del público gracias a personajes tan bien perfilados por su director que conmueven profundamente.

De Sica y su guionista Cesare Zavattini construyeron dramas sociales que no pierden vigencia y frescura. Así la simple pérdida de una bicicleta, herramienta de trabajo del protagonista, marca el destino de un hombre en la Italia de la postguerra, ésta es indispensable para poder salir de la miseria junto a su esposa e hijos.

Para Antonio Riccci (Lamberto Maggiorani) es tan valioso contar con la bicicleta que prescindir de ésta lo hace maldecir el día en que nació y lo frustra hasta el fondo de su ser.

La frenética búsqueda del móvil por las calles de Roma servirá para que padre e hijo se reencuentren y estrechen sus vínculos. La unión, entre Antonio y Bruno (Enzo Staiola) simboliza la amistad, amor y esperanza ante el oscuro panorama de la Italia de postguerra.

Roberto Rossellini, Ingrid Bergman y Vittorio de Sica.

 

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