“Uno menos, uno menos, así van cayendo todos (…) Ojalá los mataran a todos antes de nacer”, es la brutal conclusión a la que llega el personaje de “Don Carmelo” (Miguel Anclán), en la obra de Luis Buñuel, “Los olvidados” (1950).
A medida que veo más cintas del español mejor comprendo su universo onírico, símbolos y temas recurrentes, como el pesimismo y la ausencia de esperanza, comparable a la obra del sueco Ingmar Bergman.
Si bien “Viridiana” (1961), “Bella de día” (1967), “Tristana” (1970) y “Ese oscuro objeto del deseo” (1977), son imprescindibles, “Los Olvidados” es mi pieza preferida de su filmografía.
Nuestros niños
Aquí Buñuel exhibe la vulnerabilidad de los niños, expuestos a pedófilos, abusadores, asesinos y ladrones; con padres miserables que no les brindan cariño y los abandonan a la pobreza extrema.
Es una radiografía de los barrios marginales de Ciudad de México D.F. con múltiples delitos perpetrados por jóvenes; cruda realidad que se repite en vecindarios de todo el mundo, y con personajes que vemos todos los días en la crónica roja de los noticieros.
Escándalo en México
La cinta causó un terremoto social en el país del tequila porque describe la realidad delictual de sus niños abandonados, donde las autoridades hacen poco y nada para resolver esta problemática.
Tras su estreno algunos poderes fácticos quisieron echar la basura bajo la alfombra, y Buñuel fue duramente atacado, incluso llegaron al extremo de querer expulsarlo del país.
Se llegó al límite de paralizar la exhibición del filme, hasta que en Cannes el español ganó el premio a Mejor Director y por arte de magia las críticas y la censura terminaron.
Desde entonces la película es una de las mejores de la historia del cine azteca. También es la única en Iberoamericana declarada “Memoria del mundo” por la Unesco el 2003.
Triste, pero cierto
El realizador nos muestra la podredumbre humana con imágenes de pesadilla y fotogramas del lado más oscuro del subconsciente de sus protagonistas.
Es el túnel que recorre Pedro (Alfonso Mejía), quien necesita el cariño de su madre y busca sobrevivir en la selva de cemento de Ciudad de México.
Un sitio hostil lleno de carencias donde los niños son abandonados, porque no hay cómo satisfacer sus carencias, como el caso de “Ojitos”.
Pedro quiere salir de la miseria y hacer un cambio en su vida para así ayudar a su familia, pero el entorno es una pesada cadena que lo esclaviza y frustra sus sueños.
Él quiere hacer las cosas bien, pero la maldad es un pantano que no le permite salir de la lacra delictual que lo rodea.
“El Jaibo”
En el otro extremo, está uno de los grandes delincuentes juveniles que nos ha brindado el cine, “El Jaibo” (Roberto Cobo).
En resumen, una historia que no tienen tiempo y nacionalidad, con personajes como Pedro, “Ojitos” y “El Jaibo” que buscan sobrevivir a un adverso destino que no eligieron.
Obra imperdible de Buñuel que se puede ver restaurada en YouTube.
Por Andrés Forcelledo Parada.-