Hace años vamos a las calles el 8 de marzo para reencontrarnos en un espacio libre de opresión patriarcal. Las mujeres de Chile salen de sus casas con ganas de lucha y justicia, con un fuego interno que va a explotar más temprano que tarde. Es el vigor de todas las que están hartas de los abusos.
Pensar que hace no menos de cinco años (e inclusive sigue pasando) teníamos que aguantar que se nos felicitaran los 8M por el hecho de ser mujer, es como que te feliciten por dejarte oprimir.
Lo que dejó este 8M fueron actos que reivindicaron el espacio que nos corresponde y pese a la pandemia, a la violencia militarizada de la fuerza policial, nos tomamos las calles, no sólo de Plaza Dignidad, sino que en cientos de comunas del país.
Este 2020 hemos tenido que presenciar cómo el Covid-19 nos ha tenido confinadas en las casas y no solo eso, sino que también de la lucha social. Sin embargo, nuestro fuego por la justicia no se ha apagado, menos en contra de un gobierno que busca constantemente apaciguar nuestra lucha y no responde las demandas.
Vemos como las compañeras tras la cordillera, en Argentina, lograron la anhelada Ley de Aborto, mientras que en Chile el gobierno se esfuerza por callar las demandas, tanto de las mujeres como del pueblo en general.
Las personas siguen con el espíritu combativo inclusive desde antes de la revuelta social y no han dejado de organizarse; es el caso de Natalia Gutiérrez, pobladora de La Bandera.
“Volver a las calles fue necesario, viví muchos sentimientos encontrados. Había una diversidad de mujeres, muchas de ellas sin un pensamiento político especifico, que quieren estar ahí. Creo que la forma en la que tomamos las calles y la convocatoria de la coordinadora 8M no fue una idea acertada para las mujeres de espacios de izquierda, pero, de todas maneras, nos permite tener un escenario claro sobre dónde se está guiando el movimiento feminista en Chile, así que fue importante para mí el no restarse de este espacio, presenciar el sentir de todas las mujeres y, cuando hablo de mujeres, me refiero también a las mujeres trans, travestis y trabajadoras sexuales”, dijo.
Este 8M dejó reflexiones y sentimientos, y no solo en Plaza Dignidad, también en Puente Alto, donde hubo una concentración de carácter muy familiar: mujeres y niñas de todas las edades que se movilizaron desde el metro Elisa Correa hasta las afueras de la estación Plaza de Puente Alto, siempre custodiadas por Carabineros, quienes marcaban su terrorífica presencia en esta jornada de conmemoración.
Una de las asistentes relató su sentir tras la jornada de cantos, baile y fuego. “El estar ahí se siente como si fuéramos todas familia, como si nos conociéramos de toda la vida, y este día sería el día que se reúne la familia a celebrar su encuentro”, contó Valentina Alfaro.
Pese a lo mediático que se vuelven estos eventos, la jornada del 8M marcó el inicio de la agenda de movilizaciones para el año 2021. Así lo contó Natalia Gutiérrez, quien habló de las sensaciones que dejó en ella el hecho de volver a la Alameda tras el fatídico 2020.
“Fue más la ilusión que la realidad, Plaza Dignidad es un centro de combate, donde se merece un respeto político, es un lugar donde han asesinado trabajadores por dar la pelea. Encontrarnos ahí también deja en claro que las mujeres estamos en la lucha. Fue un año muy bueno para repensar la organización feminista y guiarla hacia un enfoque más comunitario, más natural, sin esa estética que nos vende el mercado de cómo deben ser las organizaciones feministas. Estoy segura de que seguiremos avanzando por un buen vivir para nuestra clase”, dijo Natalia.
Hoy, 9 de marzo, siguen las movilizaciones y esperamos que vengan cargadas de conciencia social, justicia por las oprimidas, las que ya no están. Cambios. Por las presas de la justicia y las que, lamentablemente, aún no se unen a nosotras.