Mucho más que un Metro de brecha y desigualdad salarial

No todo es orgullo en el Metro de Stgo., hay cosas que avergüenzan, una de ellas la desigualdad salarial entre sus trabajadores.

No todo es orgullo en el Metro de Santiago, hay cosas que avergüenzan, una de ellas la desigualdad existente entre sus trabajadores. Considerada la empresa más importante de transporte público, su rentabilidad financia hasta las populares micros, algo injusto, ya que son empresas privadas y no públicas. Es por eso que el precio de su pasaje es uno de los más caros de Latinoamérica. Funcionan bajo la teoría del chorreo, primero paga sus costos, y lo que desparrama, va cayendo a las empresas que administran su funcionamiento, después a sus directivos, que alcanzan a mojarse generosamente; lo que va quedando es repartido con la red de buses de la ciudad y ya al final, algunas gotitas caen en sus trabajadores.

Daniel es un guardia de la empresa, dice estar subcontratado, lo mismo Claudia, su mejor amiga que presta servicios de limpieza, pero lo que más le sorprende a ambos, es la cantidad de personas mayores de 60 años que utiliza la compañía y esto no lo hacen precisamente por responsabilidad social empresarial, simplemente para abaratar costos. En Metro hay 77 empresas subcontratistas que emplearon hasta junio unos 8.000 mil trabajadores, según explicó Eric Campos en la Voz de los que Sobran. “Lo más terrible es que en una empresa pública, siete de cada diez trabajadores sean subcontratados y estén ganado sueldos de hambre con el tema de la pactos de suspensión laboral”.

Una empresa como Metro no debería tener trabajadores de segunda clase, tampoco debería pagarle a otro empresario para dilatar su compromiso contractual, como dice Parra, “hay dos panes. Usted se come dos. Yo ninguno. Consumo promedio: un pan por persona”. La precarización de la pandemia ha llevado en este mismo lugar a tener trabajadores con un sueldo de $150.000 en estos meses, mientras que su ausente presidente Louis de Grange puede ganar hasta 215 UTM al año, que son unos $108.192.230 al costo de esta unidad en septiembre ($50.322). En proporciones, si dividimos el monto anual en mensual, unos 9 millones por mes, el directivo gana 60 veces el sueldo más bajo que se acogió a la Ley de Protección del Empleo en una de las 77 empresas que trata con Metro. En la lógica de Parra, De Grange se come 60 panes mientras que el guardia, la boletera o la limpiadora que mandaron para la casa a gastar su mismo seguro de cesantía, se come con suerte una migaja.

Daniel y Claudia le tienen mucho cariño a Metro, pero con el estallido social empezaron a cuestionar la poca lealtad que tienen con sus trabajadores, hoy reconoce que acá como en otros lados está muy mal repartida la torta. Comprenden que algún servicio sea subcontratado, pero ya casi todo, es un abuso. La subcontratación enriquece a otros, pero hoy sería inconstitucional prohibirla, aunque le quite dignidad a quienes le dedican la vida a este servicio.

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