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Misery: la adaptación de un clásico del terror

La obra de Stephen King cuenta la particular historia de un escritor que conoce a su fan #1. En este viaje, el maestro del horror retrata de forma soberbia el poder de los fandoms, además del sufrimiento de un autor que no puede desprenderse de sus creaciones.

La novela escrita por Stephen King en el año 1987, narra la historia de Paul Sheldon, un exitoso escritor de best-sellers que decide dar muerte a la protagonista de sus historias para dedicarse a escribir una obra más seria y lejos de la influencia de sus lectores, recluyéndose en Sidewinder, una pequeña ciudad en Colorado. Muy a su pesar y tal vez para su mala suerte, Paul sufre un accidente automovilístico en dicha ciudad, donde es rescatado y secuestrado por Annie Wilkes, su fan número uno, una perturbada ex enfermera que lo obliga a resucitar al personaje principal de sus novelas: Misery.

Usted va a utilizar esta máquina para escribir una nueva novela ¡Su mejor novela! ¡El retorno de Misery!
¡Sería un libro solo para mí!
¡Un premio por devolverle la vida!

En 1990 y, debido a su éxito, la novela fue llevada a la pantalla grande a manos del director de cine Rob Reiner. El personaje de Paul Sheldon fue interpretado por James Caan y el de Annie Wilkes, en una brillante actuación, por Kathy Bates.

Los psicóticos pueden arreglárselas en el mundo, y a veces consiguen quedar impunes después de haberse manchado las manos de mierda como usted bien sabe. Pero hay una línea divisoria entre la psicosis tolerable y la que no lo es. Usted se está acercando a esa línea cada día más… y una parte de usted lo sabe.

Dicen que las comparaciones son odiosas, pero una de las mejores novelas del universo King merece la atención necesaria para revelar aquellos detalles que la hacen tan atractiva en su adaptación cinematográfica. Ahora bien, es preciso esclarecer que las adaptaciones no tienen que ser una copia exacta de su original, sino que se trata más bien de un punto de vista puesto en acción. Sin embargo, y en este caso en particular, la producción cinematográfica está a la altura de lo que debe provocar el género de terror. Vemos a una Annie obsesiva y demente que provoca miedo en un Paul que intenta descubrir el clima interior de su secuestradora para salir con vida de la pesadilla en la que se encuentra, miedo que traspasa la pantalla para instalarse en el pulso del espectador.

Sólo un poco de dolor y todo este desagradable asunto quedará atrás para siempre, Paul.

Una impecable Annie Wilkes, interpretada por la ganadora del Oscar Kathy Bates.
Una impecable Annie Wilkes, interpretada por la ganadora del Oscar Kathy Bates.

Las diferencias son mínimas, pero sustanciales. Una de las escenas más espeluznantes de la película corresponde al momento en que la desquiciada Annie se percata de los intentos de huida de Paul, lo que pone en riesgo el objetivo de lograr que este termine la novela y por eso toma la escalofriante medida de aparecer a los pies de su cama con un martillo y, cual Thor, golpear con fuerza sus tobillos para dejarlo inmóvil. En cambio, en la novela, la villana llega al extremo de cortar un pie con un hacha y de cauterizar la herida con un soplete.

Entonces no nos hacemos cargo de contradicciones, solo de un manejo más cuidadoso en la proyección de las imágenes y un respeto por la sensibilidad de los actores que se ven expuestos a la representación de escenas tan crueles y sádicas. Por otro lado, y respecto a la novela, es posible decir que el papel aguanta mucho y que la locura se sostiene por sí sola, sobre todo cuando estamos leyendo en la intimidad. Y yo no soy de las personas que cuenta el final, pero sí creo que vale la pena ver o leer el intento de una víctima por escapar con vida de las manos de una trastornada y astuta asesina en serie que siempre se ha librado de sus crímenes por falta de pruebas.

El fandom y su relación con la obra

Annie intenta ejercer un control absoluto sobre Paul y representa, en un caso extremo (quizás no), el poder que puede tener el fandom sobre la obra de un autor que pierde la libertad de explorar su propia escritura una vez que se somete al imaginario y a las exigencias de sus lectores, ya que estos acaban por dar un espacio real a los personajes de un mundo de ficción donde las reglas del juego van cambiando constantemente en razón de ese dominio solapado.

Posiblemente Paul y el propio Stephen King funcionan como un instrumento dedicado a la reproducción de historias que están adscritas al antojo de sus fanáticos, pues ya no son dueños del contenido ni del libro en tanto objeto, son también una especie de prestadores de servicios para cumplir con las expectativas de cientos de lectores que se sienten con el derecho de emitir juicios lapidarios sobre la composición de una obra. Así ocurre en el caso de Annie que tortura a Paul para que continúe una historia a la que le quiso dar un final para avanzar con su escritura, ejercicio metaliterario que se encargó de hacer King para dar cuenta de la labor del escritor y de lo fácil que es señalar sus cicatrices para desnudarlo y sacar provecho de él.

Pero volvemos a las líneas divisorias, a la cordura, a la locura, y bien concluiremos que la realidad supera a la ficción.

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