Raúl Zurita Canessa nació en Santiago de Chile el 10 de enero de 1950. Su madre era de Italia, por lo que esta fue su primera lengua y La Divina Comedia de Dante Alighieri fue el primer texto literario que influyó y nutrió su propia obra. Estudió en el liceo Lastarria y posteriormente se graduó de ingeniero civil en estructuras por la Universidad Técnica Federico Santa María de Valparaíso. Con Juan Luis Martínez, Eduardo Embry, Juan Cameron y Sergio Badilla Castillo, entre otros, compartió la bohemia literaria porteña.
Su obra se ve marcada por la dictadura militar impuesta por Augusto Pinochet en los años setenta tras el golpe de Estado, sobre todo porque su preferencia por el partido comunista lo llevó a que, como muchas otras personas, fuese detenido, encerrado y torturado en una de las bodegas del carguero Maipo. Seguido a ese momento, se movilizó realizando e implantando variados actos de índole artística con el fin de integrar y ampliar las diferentes visiones que se tienen del arte y de la vida.

Una obra marcada por la historia
Lo que vivió durante el periodo de la dictadura tiene mucho que ver con cómo se explica que en Chile haya surgido una gran poesía, así lo señala en una conversación con María Eugenia Brito en la entrevista publicada en revista la APSI en 1980.
“Pues bien, creo que no es extraño, porque la poesía es precisamente el primer deslumbramiento frente a una realidad otorgada y sin embargo desentrañable. Y los países sudamericanos son países que no tienen un pasado remoto –como el caso nuestro- o han perdido su contacto con el pasado. Pueblos sin historia y que, sin embargo, requieren de una identidad y esto siempre en medio de situaciones adversas (pobreza, dictaduras, etc.). No es raro entonces que de allí surja una gran poesía que no es sino finalmente el modo de pensar y de apropiarse de una identidad, esto es, de un hombre”.
Ese modo de pensar y ese apropiarse de una identidad son una mera consecuencia de lo que a Raúl Zurita le ha tocado vivir y es por esto que tal vez es mayor su interés por la vida y la literatura en relación a ella más que ser un aporte en la poesía desde una perspectiva intelectualista, porque no se puede estar ajeno a una realidad que pasa frente a los ojos como un huracán dispuesto a arrasar con todo lo que haya a su paso.

Un ejemplo de ello es su libro Purgatorio, el que ha significado un verdadero remezón en el panorama de la literatura y el arte en Chile, situado por Gonzalo Rojas como uno de los tres mejores poetas chilenos actuales (junto con Parra y Lihn). Esta obra es su tránsito por la experiencia de lo precario y doloroso de la vida. Y es que para Zurita es prioridad interiorizar la vida en la poesía, exteriorizar el arte en la vida y hacer que del mismo acto de vivir resulte un acto creativo.
“Claro: este es el Desierto
de Atacama buena cosa no
valía ni tres chauchas llegar
allí y no has visto el
Desierto de Atacama -Oye:
lo viste allá cierto? bueno
si no lo has visto anda de
una vez y no me jodas”.
La reunión de nuevas voces
En “Cantares: nuevas voces de la poesía chilena”, Raúl Zurita reúne a 42 escritores cuyas obras (la mayoría) han sido publicadas y las que no pertenecen a jóvenes poetas emergentes que ha llegado a conocer a través de talleres y diversos medios. Estos autores, la recopilación de sus poemas y los contenidos presentes en ella, obligan a que el lector pose su interés en lo que se ha escrito desde Nicanor parra hasta los tiempos actuales.
La obra invita a retomar el tema de la identidad, ya que el Chile de los años 70 no es el mismo que el Chile del día de hoy. Héctor Hernández Montecinos y Paula Ilabaca representan nuevas voces y nuevas formas de ver el mundo a través de la poesía. Sus producciones son muy distintas de lo que se puede decir respecto al trabajo de Nicanor Parra, de Pablo Neruda y por qué no de Rafael Rubio, poetas que a simple vista nos ofrecen una diferencia en cuánto a la estructura y temas de sus poemas y a los límites que ellos mismos imponen en su trabajo sin dejar que su pluma corriese algún tipo de riesgo durante el traslado de la tinta al papel.

Es posible encontrar también múltiples registros y pensamientos radicales que podrían dar a entender que lo único que tienen en común algunos poetas es que escriben poesía, pero incluso en ese sentido lo radical toma fuerza, debido a que para lo que a un poeta puede ser poesía para otro puede significar un vómito de garabatos o por el contrario, los aspectos que separan a los escritores de diferentes generaciones resulte como una unión inconsciente por la simple necesidad de escribir.
Una mezcla sin confusiones
No es difícil imaginar que juntar los escritos de tan diversas personalidades podría crear una confusión para quien no sea un entendido en materia de poesía por la multiplicidad de estilos, recursos lingüísticos y temáticas. Sin embargo quien sí está al tanto en este ámbito, supone una forma de releer y revivir la historia como si fuese un libro en el cual se da la posibilidad de encontrar aquellas páginas que en algún momento se pensaron en blanco, marcadas por el vacío de lo que fue una generación olvidada como aquel eslabón perdido del que hasta el día de hoy no se sabe.
No va a ocurrir lo mismo con la poesía porque ya algunas personas se han encargado de dejar huellas con sus obras y el registro de ellas para entender por medio del arte quiénes fuimos, quiénes somos y quiénes seremos.