“Stalingrado”: La batalla más sanguinaria de la II Guerra Mundial
El director alemán Joseph Vilsmaier exhibe la brutalidad del conflicto sin disfrazarlo con proezas heroicas como en otras del género en que sólo existen dos bandos: héroes y bárbaros.
“Stalingrado” (1994) es una de las superproducciones alemanas más brutales e impresionantes sobre los horrores de la Segunda Guerra Mundial en que una vez más se aborda el sin sentido de los conflictos bélicos.
La historia se desarrolla en el frente este y desde la mirada del director alemán Joseph Vilsmaier, quien exhibe la macabra realidad de la guerra sin disfrazarla con proezas heroicas como en otras del género.
Soy testigo de la batalla más sangrienta del conflicto planetario con travelling que muestran cara a cara su horror, con el final más honesto que nos haya brindado la pantalla.
No es el espectáculo tipo “Rescatando al soldado Ryan” (1998) o la guerra psicológica de otras en que siempre existen dos bandos: héroes y bárbaros.
Los primeros luchando por la libertad, el mantenimiento de la cordura y la estabilidad mundial. Y los tiranos imperialistas, asesinos de judíos y creadores de eficientes maquinarias de muerte.
Guerra relámpago
George Orwell en su obra maestra “1984” señalaba que la historia la escriben los vencedores. Así existe una avalancha de filmes bélicos desde la mirada de Estados Unidos, Inglaterra, Francia y la ex U.R.S.S., con grandes presupuestos los primeros.
Es el mérito de esta joya de Vilsmaier que muestra otro ángulo del conflicto planetario, pero desde el lado de los grandes perdedores, el Ejército alemán.
Observo a la impresionante maquinaria bélica germana que destruye todo a su paso, pero igual a soldados aterrorizados y decepcionados de una guerra que pensaban iban a ganar.
Un instante
Arranca el filme con un hermoso plano en la costa italiana y el pelotón alemán divirtiéndose y compartiendo unas copas de vino con bellas chicas en una tarde de esparcimiento.
Posteriormente los soldados pasan al bestial frente ruso y se convierten en máquinas destructoras a través de la guerra relámpago o Blitzkrieg.
El pelotón quiere cumplir su misión, concretar el ambicioso objetivo del III Reich de conquistar toda Europa, ahora sería el turno de los soviéticos a quienes consideraban infrahumanos.
Ellos creen que es una guerra santa en territorio soviético, convicción y determinación le sobra al Ejército de Adolf Hitler. Se consideran invencibles y creen que le hacen un favor al pueblo ruso, extirpar el Bolchevismo del atribulado país de Joseph Stalin.
No pensar
En esta barbarie el actor Dominique Horwitz, soldado del pelotón germano, aporta la cuota de optimismo con sus bromas a flor de labios; él ayuda a superar el pesimismo en momentos de shock colectivo o individual.
Este singular soldado apoya a sus compañeros de armas y les brinda palabras de aliento. En el horror de la guerra le dice a un camarada “No es bueno pensar”.