Luego de analizar 44 años de datos sísmicos, finalmente se descubrió que los movimientos superiores a las 6.5 grados Richter pueden desencadenar otro sobre los 5.0 en la zona opuesta del planeta.
Un grupo de científicos de la Universidad Estatal de Oregón, Estados Unidos, estudiaron la información disponible acerca de los movimientos telúricos desde 1973 a 2016, y confirmaron sus sospechas de que las zonas cercanas al epicentro no son las únicas que se ven afectadas por los sismos.
Luego de un terremoto en un punto determinado, esto tendrá efectos en el sector que se encuentre al lado opuesto del planeta, dentro de 30 grados.
Las posibilidades de que esto ocurra serían directamente proporcionales a la magnitud que haya tenido el sismo, y el momento más probable de que esto sucediera sería tres días después del terremoto.