El texto comienza esclareciendo dos aspectos importantes: se trata de una biografía y Orlando es un hombre. En primer lugar, se entiende que es una biografía en lo que respecta a la composición estructural de la obra, sin embargo, es evidente el tono satírico que se emplea a lo largo del relato. En segundo lugar, no es evidente que la figura masculina de Orlando va a sufrir ciertas transformaciones en la segunda mitad de la novela. Es por esto que la correcta creación de los personajes es sumamente importante en la labor de un escritor, puesto que la construcción de un personaje configura la visión de mundo que se establece dentro de la obra en sí misma y para el lector.
Un personaje correctamente creado debe responder a los márgenes impuestos por un perfil biopsicosocial, es decir, si los tres elementos resultan en concordancia para un mismo personaje, se verá reflejado en la coherencia de lo que se está relatando. Ahora bien, Virginia Woolf utiliza técnicas sutiles pero significativas a la hora de presentar a Orlando como un hombre en distintos períodos de la historia para luego mostrar que, un día cualquiera y sin mayor asombro, despierta siendo una mujer. Se cuenta la historia de Orlando como un hombre en cuanto a su envoltorio, pero lo que habita en su interior determina una personalidad profunda y solitaria, descrita por una serie de metáforas y enumeraciones que dotan a la imagen de cierto ritmo.
Un mundo de transformaciones
El mundo interno de Orlando está desbordado por una sensibilidad femenina que no responde a su actuar en la época Isabelina. Él vive y siente desde el silencio. Sus novias Clorinda, Favila y Euphorsyna, fueron amores transitorios, el último un poco más duradero hasta que vino la Gran Helada, y luego queda prendado de Sasha, enamorado como nunca antes. Sasha lo abandona de manera despiadada, lo deja por primera vez incómodo y triste en su soledad, sufriendo por el engaño de una mujer que tenía todo lo que no tenían las anteriores. Sasha le rompe el corazón y quien era su luz lo deja temblando de miedo en la oscuridad.
Entonces aparece la memoria que lo llena de nostalgia cada vez que sucumbe a su propia sensibilidad, al recuerdo que determina sus gustos y sentidos volcados en sus preferencias de cuando era chico. Se dejaba llevar repentinamente por la melancolía y volvía una y otra vez sobre el término de la vida: “Todo acaba en la muerte”, era su pensamiento más reiterativo. No obstante, Orlando, tiene un carácter fuerte y orgulloso en la medida en que siente traicionado. Su personalidad es unas veces desesperanzada, otras veces desesperada. El mismo personaje se convierte en una especie de portavoz de una sociedad que se va haciendo preguntas, que se va transformando en el pensamiento:
“¡Otra metáfora, por Júpiter!” exclamaba en el desorden de su estado mental. ¿Por qué usar metáforas si se puede ser directo y sencillo? ¿Para qué complejizar las cosas? De cualquier modo, Orlando volvía atrás, “¿Por qué, entonces, había querido superar a sus antepasados?”
Orlando, de pronto, era un hombre que involucionaba en términos de representación social, pero esa nostalgia es propia de los escritores.
Solo importa el interior
Una vez vestida como una joven inglesa de alcurnia en la cubierta de la Enamoured Lady, Orlando piensa sobre su sexo cuando la falda se le cuela entre las piernas y el capitán dirige atenciones especiales hacia él (o ella). Es decir, si Orlando no repara en si es un hombre o una mujer, el lector tampoco lo hace, porque dentro del contexto de la narración se normaliza la aparición de aquellos estados ambiguos para que finalmente el lector piense que no tiene importancia porque el personaje en sí mismo es diferente y único como cada persona que habita en él.
“Por diversos que sean los sexos, se confunden. No hay ser humano que no oscile de un sexo a otro, y a menudo sólo los trajes siguen siendo varones o mujeres, mientras que el sexo oculto es lo contrario del que está a la vista”.
En definitiva, el carácter de Orlando intenta decir y ser algo más que una simple biografía de un personaje en distintos pasajes históricos, pues Orlando es una voz, la representación de algo o un alguien perteneciente a una sociedad de cualquier momento que cuando anda mal requiere de ajustes, que cuando hay injusticia busca la justicia y que cuando hay desigualdad lucha por conseguir la igualdad, porque detrás de un personaje hay un discurso, una identificación, no un género.