Hace 40 años atrás, las puertas del edificio Dakota, frente al Central Park, atestiguaron el crudo asesinato del conocido músico John Lennon.
Fue en 1971 que el músico llegó, junto a su pareja Yoko Ono, a la primera metrópolis de Estados Unidos. En aquel entonces, la ciudad estaba plagada de pobreza y crimen, pero a su vez había un aura artística y de tranquilidad, el que incluso le permitía a un artista tan conocido como John Lennon tomarse un café a la vuelta de la esquina sin ser acosado por fanáticos o paparazis.
“Él no quería ser John Lennon, el ex Beatle, una celebridad”, dice Susan Ryan, escritora neoyorquina que organiza visitas relacionadas con los Beatles.
En 1980, poco después de que Lennon volviera a la música, y un mes antes de que fuera asesinado, él y Yoko habían estrenado su último álbum, titulado “Double Fantasy”.
Cinco años antes, nació su hijo Sean, quien selló la reconciliación de Yoko y John después de 18 meses de separación. La pareja se reencontró el 28 de noviembre de 1974 en el que sería el último concierto del artista.
Luego de la muerte de Lennon, Yoko financió la construcción del monumento Strawberry Fields en la entrada del Central Park, frente al Dakota. La construcción corresponde a un mosaico con la frase “Imagine”, que fue donado por artesanos italianos y que se ha convertido en un lugar de peregrinaje.
El artista sigue siendo una leyenda de la música, además de ser recordado por su activismo referente a la paz mundial.
