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“Taxi Driver”: Viviendo una latente paranoia urbana

La película fue el punto de partida de las colaboraciones entre Martin Scorsese y Robert De Niro, con cintas como “Toro Salvaje” (1980), “Buenos muchachos” (1990) y “El Rey de la comedia” (1995), por mencionar algunas obras maestras del director italoamericano. 

En alguna etapa específica de mi vida experimenté la misma sensación y algunos pensamientos que pasan por la cabeza de Travis Bickle (Robert De Niro), en el filme de culto “Taxi Driver” (1976).

Para muestra un botón en la escena cuando maneja su taxi y hace un pesimista análisis de la realidad que lo sumerge en un constante vacío “algún día, una lluvia de verdad se llevará toda esta escoria de las calles”, vaticina el conductor.  

La anterior frase resume con justicia la metodología de hacer cine en la década de los setenta, con una visión oscura y agresiva de la sociedad, donde la violencia es una pandemia que al parecer no tiene vacuna.

Nueva York

La ciudad de Nueva York es un personaje más del relato, en que observo las lúgubres y sucias calles de la gran manzana llena de paranoicos, pordioseros, drogadictos, travestis, prostitutas, todos personajes advertidos por el taxista.

El veterano de la guerra de Vietnam ha tenido que lidiar con la soledad en casi toda su existencia. Es un inadaptado, una granada a punto de explotar a causa de la soledad y la corrupción.

En su fuero interno está seguro que debe hacer algo para dar sentido a su vida, como por ejemplo, salvar a Iris, la quinceañera Jodie Foster, quien se encuentra atrapada en un sórdido ambiente de explotadores sexuales.

Mundo vacío

Una escena que refleja el crónico estado de Travis es cuando telefonea a Betsy (Cybill Shepherd), ella aún se encuentra enfadada, porque el conductor la invitó a un cine porno en su primera cita.

La cámara se detiene en un largo y vacío pasillo, la imagen desnuda la frustración y la rabia contenida del taxista. Es el principio del fin, él ahora tendrá que traspasar el límite de la cordura para poder trascender y dar sentido a su vida.

En este desolador panorama la banda sonora de Bernard Herrmann, último trabajo de su brillante carrera, es un bálsamo a los oídos con acordes ascendentes y aquel permanente sonido del saxofón que acompaña este viaje de locura de este taxista que un día decidió pasar a la acción.

Por Andrés Forcelledo Parada.- 

 

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