Comenzando esta semana se conoció la muerte de Mario “Pogo” Carneyro, ícono del punk chileno y fundador del grupo Los Peores de Chile. Fue un personaje que de temprana edad mostró sus dotes artísticos. Destacó por ser diseñador, dibujante, gestor cultural, compositor, entre otras tantas facetas por las que será recordado. La siguiente entrevista es inédita, fue escrita en 2018 por la periodista Fernanda Schell; hoy es publicada en Cultura 21 y difundida por Foco Central de la Universidad Central de Chile.
Un viernes por la noche, hacía frío, pero había movimiento en el Barrio Italia. Once de la noche. Chaquetas de cuero Converse entre medio de punkies y fanáticos en la oscuridad del Bar de René. Repentinamente, bajaron los integrantes de Los Peores de Chile, toman sus instrumentos, no saludan a nadie. Pogo dice “un, dos, tres” y comienza a sonar su armónica, seguido por la guitarra rápida de Jandos, el bajo de Klein y la batería de Claudio. La gente saltaba, cantaba. Saltaba, salpicaba cerveza, creando un mosh. Esta noche recién iniciaba.
Esta era la primera vez que Los Peores de Chile se presentan en al antro nocturno. Los Peores, son una banda legendaria en el punk rock chileno, que surge a mediados de 1993 en un trabajo de hacer un grupo fusionado con blues y rockabilly. Creado por Pogo, tras su expulsión de Fiskales Ad- Hok. Pese a la escasez de recursos económicos, volvieron a las pistas.
En el sector del escenario estaban Jando junto a sus compañeros, conversando y comiendo pollo con papas fritas. Allí comenté acerca de una entrevista fallida con Pogo, vocalista de la banda. De un momento a otro, Gonzalo, encargado de la banda, dice “te está esperando arriba, anda, entrevístalo”. El legendario personaje de la escena, con 63 años, sigue con resistencia frente al mundo.
Una escalera estrecha llevaba a un camarín oculto lleno de stickers. Detrás de esa puerta, se encontraba Pogo, un hombre delgado, escondido en una pañoleta, zapatillas viejas y clásica camisa de cuadrille.
Una conversación de franela con Pogo
Metal a todo volumen, olor a hierba, algunos instrumentos votados alrededor de los cojines. Pogo se encontraba sentado, con mirada cabizbaja. Sonreía en momentos, miraba su pequeño camarín, mientras se quitaba la pañoleta de su cara.
Sentados frente a frente, el músico comentaba acerca del punk actual, decía es “fome. No varía mucho, seguimos estando los mismos. Hace rato debería existir una banda que debería habernos pateado la raja. Los músicos son fomes, el chileno es tosco y poco delicado. Somos un par de brutos” y reía.
-¿Qué te motiva a continuar escribiendo y seguir en la música?
He estado probando muchas cosas, pinto, hago cómics y empecé a escribir de repente. Siempre escuché música pero nunca toqué. Esto me complementa para otras cosas. Lo malo es que no me va bien en nada. Tengo las cualidades para estar ganando plata, pero no es suficiente.
¿Qué reflejan estas canciones? ¿Siguen manteniendo su ideología contra el sistema?
Nada. Los temas son historias, yo soy el dibujante de cómics. Es contar sucesos, otro día haré una historia de políticos, violaciones, una niña que chupa sangre, etc.. Para mí las letras son cómics en blanco, donde sé situaciones absurdas o historias. Tener un desarrollo, clímax y un final, en dos minutos y medio es complicado, pero me manejo bien.
-¿Ves alguna evolución en Los Peores de Chile?
No tiene evolución, somos todos pegados. ¿Por qué tenemos que cambiar? Da igual, podría haber hecho cantidad de canciones, haberme metido con el lado de Chicholina, hacer canciones “chicholinescas” y seguir vendiendo la pomada. Nunca lo hice. Yo sigo escribiendo temas “raritos” y son buenos temas.
Mientras pedía cigarros, comentaba de sus expectativas en su primera tocata en el mítico bar. Decía “nada, como todas las que tengo. Que la pasen bien. Hemos ensayado la semana completa, estamos creando temas nuevos. Vamos a presentarlos. Una es de Jando y eso está bien, porque yo siempre hago los temas. Los culiaos no me ayudan y quiero apoyo. Me canso y aburro”.
Pogo decía que en enero tendrán cinco nuevos temas en sus presentaciones. “Es hora que lo hagamos, algunas canciones ya están obsoletas”, comentaba el líder.
Luego conversamos acerca de la política en Chile. Él no tiene interés en nada, no lee, ni ve televisión chilena.
–¿Te gustaría irte con Peores a otro país?
No aguanto a estos culiaos. No pasa nada. Simplemente es la fatalidad de nacer en Chile, es un estigma que vamos a tener toda la vida. Si hubiera nacido en otro país, sería una estrella con dinero y trabajo.
Decía “me calló y me guardo. Ya renuncié a la lucha y a todo”, mientras pedía otro cigarro, pero nadie tenía fuego.
-¿En qué está actualmente Los Peores?
Estamos grabando las canciones del cuarto disco, que jamás saldrá. Intentamos mantenernos y trabajar para las tocatas que vienen. Son hartas y no queremos aburrir a nadie. Estamos haciendo buenas canciones. Ojalá salgan a la luz.
-¿Cómo ves el futuro de la banda?
En el Parque del recuerdo, y se reía.
El boogie nocturno
Las once de la noche en punto. Bar de René totalmente lleno. Aparece “Doctor rock and roll” para presentar a Los Peores de Chile. Ellos bajaron, tenían sus instrumentos listos. La gente aplaudía y comenzaba la revolución. Pelos revoltosos, chaquetas de cuero, mezclilla o de negro. Al principio el ambiente estaba calmado, pero poco a poco la gente entraba, la música subía su volumen y manifestaban sus temas clásicos como Bad boy, Hollywood boulevard, entre otros. Buscaban prender al público. Otras canciones eran las nuevas y el público las disfrutaba.
La gente gritaba “aguante, grande Pogo y aguante Los Peores”. Repentinamente, cuando el ambiente ya tenía el fuego en su salsa, inició el tema Síndrome Camboya. Todos gritaban en el coro, “todos contra el muro”, se pegaban y creaban un pequeño mosh. Bar de René sentía la furia. Luego continuaron y su fanaticada coreaba “ya no hay nada en que creer”, haciendo alusión a los problemas de la sociedad. El blues con el rock and roll se enlazaban, creando una atmósfera de fiesta.
El vocalista comentó “vamos con nuestra última canción”. La gente gritaba “no”. Pogo primero dijo ”saludos a Bar de René, por esta espectacular tocata. Ojalá vernos pronto. Mañana” y reía. Dejó su guitarra atrás, se acercó al micrófono y decía “Chi-cho-lina”, comenzaba a cantar Pogo. Empezaba a sonar a toda su potencia. Rapidez, golpes, saltos, felicidad y pañoletas al aire. La gente coreaba a todo pulmón, saltaban y seguían pegándose entre ellos. Algunos iban a las esquinas, los golpes iban por todos lados. Pogo decía “yo te quiero, yo te adoro” y el público gritaba “porque eres cochina”. La tonada en la armónica otorgaba una mítica energía de Los Peores. La noche terminó luego de una hora. Ellos dejaron sus instrumentos, la gente aplaudía, mientras que Los Peores se despedían.
Como dijo Pogo, “quiero que la gente salga contenta, a pesar de que sean cuatro, cuarenta o cuatrocientos. Entre más mejor. Lo que me preocupa es que se vayan del concierto, cansada, transpirada, mojada y que hayan pasado una noche bonita e inolvidable. Si lo logré, genial”. Y lo logró.